PRÓLOGO Y LOGOMAQUIA
Imagínate el tiempo como un perro que huye,
enseñando los dientes, con la cabeza vuelta.
O bien como la mar, que, cuando sube,
crecida en su delirio, parece más pequeña.
La memoria es la esfera de niebla de un reloj
que valora tan solo las horas cuando mueren.
(Vigila el pensamiento, que es fuente del terror.
Y mueve con cuidado
las fichas de la suerte.)
Todo avanza sin fin, aun teniendo un final,
y se hace todo extraño como un cetro de oro
en manos de un bufón
que ríe, sufre y baila.
El tiempo que nos queda perdió su eternidad.
De modo que aceptemos su fluir, porque tan sólo
lo fugitivo alivia de la nada.
Felipe Benítez Reyes
Escaparate de venenos. Tusquets, 2000
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