A LA LIGEREZA Y PÉRDIDA DEL TIEMPO
Con qué ligeros pasos vas corriendo!
¡Oh, como te me ausentas, tiempo vano!
¡Ay, de mi bien y de mi ser tirano,
cómo tu altivo brazo voy sintiendo!
Detenerte pensé, pasaste huyendo;
seguíte y ausentástete liviano;
gastéte a ti en buscarte, ¡oh, inhumano!:
mientras más te busqué te fui perdiendo.
Ya conozco tu furia, ya, humillado,
de tu guadaña pueblo los despojos;
¡oh, amargo desengaño no admitido!
Ciego viví y, al fin desengañado,
hecho Argos de mi mal, con tristes ojos
huir te veo, y veo te he perdido.
Luis Carrillo y Sotomayor
(¿1586? - 1610)
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