BATALLA 2021
Ha habido batallas famosas que, pese a haber sucedido hace miles de años, somos lo que somos todavía gracias a su victoria. Sin el triunfo de los griegos contra los persas en el Paso de las Termópilas y en Salamina (480 a. de C.) no hubiera existido la filosofía de Platón, ni el derecho romano ni el cristianismo, ni la Divina Comedia, ni Leonardo da Vinci, ni la duda metódica de Descartes, ni Juan Sebastián Bach. Tampoco hablaríamos con este vestigio del latín que es la lengua que usamos. En el fondo toda nuestra la cultura, incluidos los placeres del vino y del jamón, se la debemos al general Temístocles, que derrotó a la escuadra naval del rey Jerjes I en la isla de Salamina, y al general Alcibíades, que acabó con las esperanzas de Darío I en el mar y la campa de Maratón. Algunas batallas con sus victorias y derrotas han significado una encrucijada decisiva en la historia universal hasta el punto de dar entrada a una nueva civilización; así puede haber sucedido también en cada historia personal. ¿Quién no lleva dentro un Paso de las Termopilas, un Waterloo, un desembarco en Normandía, que ha alterado el curso de su vida? Mientras los pájaros cantaban los guerreros se mataban hollando las flores; todas estas batallas que causaron millones de muertos se realizaron en bahías cuyas playas hoy están llenas de hamacas y en llanuras ondulantes donde el trigal se mece con la brisa de primavera. Ahora que termina el apestoso año 2021 es bueno recordar si uno estuvo en la batalla de Salamina, si fue derrotado en Waterloo, si luchó cuerpo a cuerpo contra los nazis en Stalingrado, si participó a bordo de una tanqueta acuática en la toma de la costa de Omaha. Son batallas que, sin saberlo, el ciudadano moderno ha librado a lo largo de este año con un resultado desigual, bien con la victoria inscrita en la frente o bien huyendo con el rabo entre las piernas.
Manuel Vicent
(El País, 26-12-21)
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