DE RE RUSTICA
Para José Antonio Muñoz Rojas
A la luz del carburo, los gañanes oían
contra las tejavanas los puñados de trigo
que arrojaba la lluvia. La arpillera, el esparto,
los costales de grano trasminaban su olor
reseco y polvoriento, deformando las sombras
chinescas que el carburo recortaba en los muros
encalados, entre la cantarera y el vasar.
La risa de las mozas mullía los pajares.
El olor del carburo, los capotes de hule,
las cántaras de cinc, el medio almud, la artesa,
la horqueta chamuscada para tostar el pan,
la romana colgada de sus propias preguntas…
Por los ocios rurales que imponía el invierno
el cortijo humeante se internaba en la noche
y yo, niño, con él. Dentro de doce días
tendría cinco años. Las canciones de moda
me llegaban a ráfagas desde la carretera
–galopa y corta el viento…– y en ellas el caballo
blanco aquel de mi padre.
Aquilino Duque
Las nieves del tiempo (1986-1990), Granada, Comares, 1993, pág. 26, Col. La Veleta, nº 18.
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