Yo oigo siempre la muerte cada día, rasgada tela antes de tiempo dada a los agudos filos. No hay lienzo o escultura, papel, libro u objeto, rincón de la casa infinita, donde no aliente su intensa luz trascendida. No tiene nombre, yo la nombro y la trasnombro cada día, le digo eres y no eres, la vuelvo a crear distinta, la reconozco sólo en su ahora.
Adolfo Alegre Heitzmann
El camino del alba, Tusquets, 2017
* * * * *
Y en este mismo valle, donde agora
me entristezco y me canso en el reposo,
estuve ya contento y descansado,
¡Oh bien caduco, vano y presuroso!
Acuérdome, durmiendo aquí algún hora,
que, despertando, a Elisa vi a mi lado.
¡Oh miserable hado!
¡Oh tela delicada,
antes de tiempo dada
a los agudos filos de la muerte!
Más convenible fuera aquesta suerte
a los cansados años de mi vida,
que’s más que’l hierro fuerte,
pues no la ha quebrantado tu partida.
Garcilaso de la Vega, Égloga I, lamento de Nemoroso
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