CEMENTERIO BEREBER, TINERHIR
La advertencia no te llegaba de las estaciones,
sino del toque de difuntos del día. Fuego, escarcha,
cada día un nuvo verano e invierno, hoguera y hielo.
¡Tan rápido como la muerte nos pone su comodín sobre el cuerpo!
Te toca a ti, dice, y vienen tus hijos,
el imán, tus hermanos, los ancianos del pueblo, te lavan
y te velan, lloran y gritan y te ponen de lado
en el campo pedregoso con una piedra encima.
Se llevan consigo tu nombre. En la muerte infinita
no hay para ti una pequeña inmortalidad, ni nombre, ni tentación.
Yaces junto al río al que solías venir con tu rebaño,
y esperas como polvo de silencio en tu silencio de piedra.
Cees Nooteboom
De Libro de las horas (1978), en Luz por todas partes. Antología. Traducción de Fernando García de la Banda, Visor, 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario