Fotografía de Herr_Mueller - The Good Life #1

Goya - Disparate de carnaval

 


Francisco de Goya - Disparate de carnaval, 1815-1819 (v. aquí)



Una fotografía de peace-on-earth.org

 


peace-on-earth.org - Carnival, Bissau, 2017




Una fotografía de Nuno Martins

 


Nuno Martins - A queima do careto em Podence



En tierra cubana

 

André Pipa - Habana, malecón, 2007


Petra Graves - Cuba, 2018



Carilda Oliver Labra - «Me desordeno, amor, me desordeno...»

 

Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.

Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno.

Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;

y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.

Carilda Oliver Labra


(Matanzas, 1922 - 2018)



Una fotografía de Dani Fetzner

 



Dani Fetzner - then kiss me once again, 2005 (quindim, mauren and a short-sighted photographer)



Pessoa / Álvaro de Campos

 

Ah as horas indecisas em que a minha vida parece de um outro...
As horas do crepúsculo no terraço dos cafés cosmopolitas!
Na hora de olhos húmidos em que se acendem as luzes
E o cansaço sabe vagamente a uma febre passada.

Álvaro de Campos 


Ah las horas indecisas en que mi vida parece de otro...
¡Las horas del crepúsculo en la terraza de los cafés cosmopolitas!
En la hora de ojos húmedos en que se encienden las luces
y el cansancio sabe vagamente a una fiebre pasada.



Y este verso suelto unas páginas más adelante:

Ah quem tivesse a força para desertar deveras!




Poesia, Álvaro de Campos.    Obras de Fernando Pessoa. Edição de Teresa Rita Lopes. Assírio & Alvim, 2002

Dos fotografías de Pedro Salvador

 

 


Dos retratos de Pedro Salvador en Perú, realizados en 2008.


César Vallejo - Idilio muerto

 

IDILIO MUERTO

Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita
de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.

Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.

Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: «Qué frío hay... Jesús!»
Y llorará en las tejas un pájaro salvaje.

César Vallejo


Los heraldos negros (1919)




Manuel y Antonio

 

ECOS

                                ¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera!
                                                                     Antonio Machado


¿Qué tiene este verso, madre,
que de ternura me llena,
que no lo puedo decir
sin que el corazón me duela?
"¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera!"

¿Qué tienen, madre, qué tienen
estas palabras que suenan
tan adentro de mi pecho
y tan lejos y tan cerca…?
"¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera!"

¿Qué dicen sin decir nada…?
Sin contar nada, ¿qué cuentan?
De estas palabras sencillas
¿Qué puso Antonio en las letras?
"¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera!"

Cuando en mis labios las tomo
y hasta mis oídos llegan…
¿Por qué lloro sin consuelo?
y por qué lloro sin pena?
"¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera!"

Manuel Machado



ORILLAS DEL DUERO

Se ha asomado una cigüeña a lo alto del campanario.
Girando en torno a la torre y al caserón solitario,
ya las golondrinas chillan. Pasaron del blanco invierno,
de nevascas y ventiscas los crudos soplos de infierno.

Es una tibia mañana.
El sol calienta un poquito la pobre tierra soriana.

Pasados los verdes pinos,
casi azules, primavera
se ve brotar en los finos
chopos de la carretera
y del río. El Duero corre, terso y mudo, mansamente.
El campo parece, más que joven, adolescente.

Entre las hierbas alguna humilde flor ha nacido,
azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido,
y mística primavera!

¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera,
espuma de la montaña
ante la azul lejanía,
sol del día, claro día!
¡Hermosa tierra de España!

Antonio Machado



Antonio Machado - Juan de Mairena

 

-Ah, señores... (Habla Mairena, iniciando un ejercicio de oratoria política.) Continúe usted, señor Rodríguez, desarrollando el tema.
-Ah, señores, no lo dudéis. España, nuestra querida España, merece que sus asuntos se resuelvan favorablemente. ¿Sigo?
-Ya ha dicho usted bastante, señor Rodríguez. Eso es toda una declaración de gobierno, casi un discurso de la corona.

Antonio Machado


Juan de Mairena (sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo) 1936. Edición, introducción y notas de José María Valverde, Castalia, 1971




Antonio Machado - Esta luz de Sevilla... + Mi padre

 

[Sonetos, IV]

Esta luz de Sevilla… Es el palacio
donde nací, con su rumor de fuente.
Mi padre, en su despacho. —La alta frente,
la breve mosca, y el bigote lacio—.

Mi padre, aun joven. Lee, escribe, hojea
sus libros y medita. Se levanta;
va hacia la puerta del jardín. Pasea,
A veces habla solo, a veces canta.

Sus grandes ojos de mirar inquieto
ahora vagar parecen, sin objeto
donde puedan posar, en el vacío.

Ya escapan de su ayer a su mañana;
ya miran en el tiempo, ¡padre mío!,
piadosamente mi cabeza cana.




EN EL TIEMPO

1882 - 1890 - 1892

MI PADRE

Ya casi tengo un retrato
de mi buen padre, en el tiempo,
pero el tiempo se lo va llevando.

Mi padre, cazador, – en la ribera
de Guadalquivir ¡en un día tan claro! –
– es el cañón azul de su escopeta
y del tiro certero el humo blanco!

Mi padre en el jardín de nuestra casa,
mi padre, entre sus libros, trabajando.

Los ojos grandes, la alta frente,
el rostro enjuto, los bigotes lacios.
Mi padre escribe (letra diminuta-)
medita, sueña, sufre, habla alto.

Pasea – oh padre mío ¡todavía
estás ahí, el tiempo no te ha borrado!
Ya soy más viejo que eras tú, padre mío, cuando me besabas.
Pero en el recuerdo, soy también el niño que tú llevabas de la mano.
Muchos años pasaron sin que yo te recordara, padre mío!
¿Dónde estabas tú en esos años?”

                                   13 marzo 1916


Antonio Machado, Nuevas canciones (1917-1930)




Juan Ramón Jiménez - Antonio Machado

 

ANTONIO MACHADO

Antonio Machado se dejó desde niño la muerte, lo muerto, podre y quemasdá por todos los rincones de su alma y su cuerpo. Tuvo siempre tanto de muerto como de vivo, mitades fundidas en él por arte sencillo. Cuando me lo encontraba por la mañana temprano, me creía que acababa de levantarse de la fosa. Olía, desde muy lejos, a metamorfosis. La gusanera no le molestaba, le era buenamente familiar. Yo creo que sentía más asco de la carne tersa que de la huesuda carroña, y que las mariposas del aire libre le parecían casi de tan encantadora sensualidad como las moscas de la casa, la tumba y el tren,

inevitables golosas. 

Poeta de la muerte, y pensado, sentido, preparado hora tras hora para lo muerto, no he conocido otro que como él haya equilibrado estos niveles iguales de altos o bajos, según y cómo; que haya salvado, viviendo muriendo, la distancia de las dos únicas existencias conocidas, paradójicamente opuestas; tan unidas aunque los otros hombres nos empeñemos en separarlas, oponerlas y pelearlas. Toda nuestra vida suele consistir en temer a la muerte y alejarla de nosotros, o mejor, alejarnos nosotros de ella. Antonio Machado la comprendía en sí, se cedía a ella en gran parte. Acaso él fue, más que un nacido, un resucitado. Lo prueba quizás, entre otras cosas, su madura filosofía juvenil. Y dueño del secreto de la resurrección, resucitaba cada día ante los que lo vimos esta vez, por natural milagro poético, para mirar su otra vida, esta vida nuestra que él se reservaba en parte también. A veces pasaba la noche en su casa ciudadana de alquiler, familia o posada. Dormir, al fin y al cabo, es morir, y de noche todos nos tendemos para morir lo que se deba. No quería ser reconocido, por sí o por no, y por eso andaba siempre amortajado, cuando venía de viaje, por los trasmuros, los pasadizos, los callejones, las galerías, las escaleras de vuelta, y, a veces, si se retardaba con el mar tormentoso, los espejos de la estación, los faros abandonados, tumbas en pie.

Visto desde nosotros, observado a nuestra luz medio falsa, era corpulento, un corpachón naturalmente terroso, algo de grueso tocón acabado de sacar; y vestía su tamaño con unos ropones negros, ocres y pardos, que se correspondían a su manera estravagante de muerto vivo, saqué nuevo quizás, comprado de prisa por los toledos, pantalón perdido y abrigo de dos fríos, deshecho todo, equivocado en apariencia; y se cubría con un chapeo de alas desflecadas y caídas, de una época cualquiera, que la muerte vida equilibra modas y épocas. En vez de pasadores de bisutería llevaba en los puños del camisón unas cuerdecitas como larvas, y a la cintura, por correa, una cuerda de esparto, como un ermitaño de su clase. ¿Botones? ¿Para qué? Costumbres todas lójicas de tronco afincado ya en cementerio.

Cuando murió en Soria de Arriba su amor único, que tan bien comprendió su función trascendental de paloma de linde, tuvo su idilio en su lado de la muerte. Desde entonces, dueño ya de todas las razones y circunstancias, puso su casa de novio, viudo para fuera, en la tumba, secreto palomar; y ya sólo venía a este mundo de nuestras provincias a algo muy urjente, el editor, la imprenta, la librería, una firma necesaria... La guerra, la terrible guerra española de tres siglos. «Entonces» abandonó toda su muerte y sus muertos más íntimos y se quedó una temporada eterna en la vida jeneral, por morir otra vez, como los mejores otros, por morir mejor que los otros, que nosotros los más apegados al lado de la existencia que tenemos acotado como vida. Y no hubiera sido posible una última muerte mejor para su estraña vida terrena española, tan mejor, que ya Antonio Machado, vivo para siempre en presencia invisible, no resucitará más en jenio y figura. Murió del todo en figura, humilde, miserable, colectivamente, res mayor de un rebaño humano perseguido, echado de España, donde tenía todo él, como Antonio Machado, sus palomares, sus majadas de amor, por la puerta falsa. Pasó así los montes altos de la frontera helada, porque sus mejores amigos, los más pobres y más dignos, los pasaron así. Y si sigue bajo tierra con los enterrados allende su amor, es por gusto de estar con ellos, porque yo estoy seguro de que él, conocedor de los vericuetos estrechos de la muerte, ha podido pesar a España por el cielo de debajo de tierra.

Toda esta noche de luna alta, luna que viene de España y trae a España con sus montes y su Antonio Machado reflejados en su espejo melancólico, luna de triste diamante azul y verde en la palmera de rozona felpa morada de mi puertecilla de desterrado verdadero, he tenido en mi fondo de despierto dormido el romance «Iris de la noche», uno de los más hondos de Antonio Machado y uno de los más bellos que he leído en mi vida:

Y Tú, Señor, por quien todos 
vemos y que ves las almas, 
dinos si todos un día 
hemos de verte la cara. 

En la eternidad de esta mala guerra de España, que tuvo comunicada a España de modo grande y terrible con la otra eternidad, Antonio Machado, con Miguel de Unamuno, y Federico García Lorca, tan vivos de la muerte los tres, cada uno a su manera, se han ido, de diversa manera lamentable y hermosa también, a mirarle a Dios la cara. Grande de ver sería cómo da la cara de Dios, sol o luna principales, en las caras de los tres caídos, más afortunados quizás que los otros, y cómo ellos le están viendo la cara a Dios.

Juan Ramón Jiménez


Españoles de tres mundos, Aguilar, 1969 [1ª ed. en Buenos Aires, 1942]



Antonio Machado (Sevilla, 26 de julio de 1875 - Colliure, Francia, 22 de febrero de 1939)






Unas fotografías de Amanda Oliveira

 

O sorriso inocente das crianças de lá. Lá de Bom Jesus dos Passos, Bahia, 2011


Uns meninos em Itapema. Itapema, Bahia, 2012


Beira mar, Salvador, Bahía, 2012


Menino da Cidade Baixa, Salvador, Bahía, 2013


 

Desde Brasil, algunas fotografías de Amanda Oliveira para acompañar a Drummond.




Dos versos de Carlos Drummond de Andrade

 

Los dos primeros versos de un largo poema del poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade (1902 - 1987), titulado «Idade madura», incluido en su libro A Rosa do Povo (1945):


As lições da infância
desaprendidas na idade madura.




Unas fotografías de Óscar Villanueva

 







Desde México, algunos retratos de Óscar Villanueva en Flickr.




Dos fotografías de Ricardo Vinós

 

Caída fija, 2009


Todos los ángeles, 2009


«All angels we get to know are fallen angels: beware! O como dijo Rilke, "todo ángel es terrible"»


Desde México, fotografía y palabras de Ricardo Vinós.




Jaime Sabines y la poesía, y dos poemas suyos

 

¿Una simple cita? ¿Un aforismo? Empezamos con esas palabras del poeta mexicano Jaime Sabines y seguimos con dos poemas suyos.


La poesía sirve para sacar la flor de las cenizas.



CASIDA DE LA TENTADORA

Todos te desean pero ninguno te ama.
Nadie puede quererte, serpiente,
porque no tienes amor,
porque estás seca como la paja seca
y no das fruto.
Tienes el alma como la piel de los viejos.
Resígnate. No puedes hacer más
sino encender las manos de los hombres
y seducirlos con las promesas de tu cuerpo.
Alégrate. En esa profesión del deseo
nadie como tú para simular inocencia
y para hechizar con tus ojos inmensos.



CODICIADA, PROHIBIDA...

Codiciada, prohibida,
cercana estás, a un paso, hechicera.
Te ofreces con los ojos al que pasa,
al que te mira, madura, derramante,
al que pide tu cuerpo como una tumba.
Joven maligna, virgen,
encendida, cerrada,
te estoy viendo y amando,
tu sangre alborotada,
tu cabeza girando y ascendiendo,
tu cuerpo horizontal sobre las uvas y el humo.
Eres perfecta, deseada.
Te amo a ti y a tu madre cuando estáis juntas.
Ella es hermosa todavía y tiene
lo que tú no sabes.
No sé a quién prefiero
cuando te arregla el vestido
y te suelta para que busques el amor.

 

Jaime Sabines (Tuxtla Gutiérrez, México, 1926 - Ciudad de México, 1999)



Tres fotografías de Vera Biryukova

 




Desde Moscú, estas fotografías de Vera Byriukova (de 2008 las dos primeras y de 2009 la tercera)





Innokenti Ánnenski - Notturno

 

Notturno


                                             A mi amigo S. K. Bulich


Elige una noche oscura en el campo desierto y desnudo,
sumérgete en la penumbra canosa…
Que el viento se calme después de soplar,
que en el cielo frío, centelleando, se duerman las estrellas.
Dile al corazón que no cuente los latidos…
¡Detén los pasos y escucha! No estás solo… Es como si las alas
de un pájaro, completamente mojadas, nadaran en la niebla.
Escucha… Es el vuelo del pájaro rapaz e imperioso,
se llama t i e m p o y en sus alas está tu fuerza, el sueño
efímero de la alegría, los andrajos dorados de esperanza…

Innokenti Ánnenski


Melancolía por lo fugaz. Antología (Innokenti Ánnenski) Traducción de Natalia Litvinova. Edición bilingüe. Vaso Roto, 2016.   





Una fotografía de Luiz Baltar


 

Luiz Baltar - Guerreira. (Manifestação da Cúpula dos Povos realizada no dia 20/6 em apoio à comunidade Vila Autodromo), 2012.



Una fotografía de Lucille Kanzawa

 


Una fotografía de la brasileña Lucille Kanzawa en Myanmar (Birmania): Alegria (apesar de...), realizada en 2010.




Juan de Arguijo - A las ruinas de Itálica

 

A LAS RUINAS DE ITÁLICA, QUE AHORA LLAMAN SEVILLA LA VIEJA,
JUNTO DE LAS QUALES ESTÁ SU EREDAMIENTO MIRARBUENO


Estos de pan llevar campos ahora,
fueron un tiempo Itálica. Este llano
fue templo. Aquí a Teodosio, allí a Trajano
puso estatuas su patria vencedora.

En este cerco fueron Lamia y Flora
llama y admiración del vulgo vano;
en este cerco el luchador profano
deel aplauso esperó la voz sonora.

¡Cómo feneció todo, ay!; mas erguidas,
a pesar de fortuna y tiempo, vemos
estas y aquellas piedras combatidas.

Pues si vencen la edad y los estremos
del mal, piedras calladas y sufridas,
suframos, Amarilis, y callemos.

Juan de Arguijo

(1567 - 1622)








«Corre o Tempo velozmente...»

 

Corre o Tempo velozmente.
Nós também, da mesma sorte,
correndo vamos à morte 
como as águas da corrente.




«Joachim und Renate»

 



«Joachim (14 1/2) und Renate (10) German Youth»

Identified on back: Joachim (14 1/2 jahre) und Renate (10 jahre) Max Halberstadt [Studio] Hamburg, Neuerwall 54.



(Galería de ~BostonBill~, Flickr)


Una fotografía de Will Burgdorf

 




Will Burgdorf  - annover ca. 1930-35]



(apfelauge, Flickr)



Carmen Saval Prados - Retratos


 RETRATOS

Cómo llegaron hasta aquí
estos retratos,
un homenaje tal vez, un presagio,
una mentira, otra ausencia.
Todos se fueron de una manera
que me hacen sentir penitente
y de mi recogimiento me asusto.
Saber tantas cosas y quedarse así,
sorprendida por estos retratos
sobre la mesa.
Durmientes,
no resisto este manojo de tiempo
como una semilla seca, histórica.
Amables,
no sé dónde ponerlos.
Alguien vendrá a decírmelo
comparando dignidades,
sabiendo la dimensión,
pero será muy tarde y
seguramente ya me habré ido.

Carmen Saval Prados

Una fotografía de George Krause

 



George Krause - Hand of Fatima, Spain, 1964




Adriano - «Animula, vagula, blandula...»

 

Animula, vagula, blandula,
Hospes comesque corporis
Quae nunc abibis in loca
Pallidula, rigida, nudula,
Nec, ut soles, dabis iocos...

P. Aelius Hadrianus, Imp.

          * * * * *

Alminha, vagabunda, blandiciosa,
Do corpo a moradora e companheira,
A que lugares tu te vais agora,
Tão palida, tão rígida, tão nua?
Nem mais às graças te darás de outrora.


(Magnífica versión en portugués de Jorge de Sena)


Jorge Riechmann - El arte de la escucha

 

El arte de la escucha

El viejo Bakunin al viejo Ogarev (lo recoge E.H. Carr en ese formidable libro que es Los exilados románticos): «Ya hemos enseñado bastante, hermano. En la vejez hay que volver a aprender. Causa más gozo.»
   Desaprender y volver a aprender. El arte de la escucha.

Jorge Riechmann



fracasar mejor (fragmentos, interrogantes, notas, protopoemas y reflexiones). Olifante, Zaragoza, 2013




Un autorretrato de Francesca Woodman


 

Francesca Woodman - Woman with Large Plate, Roma (1978)




Una fotografía de Ernst Schade

 

 

Ernst Schade - Guiné-Bissau, Ilha de Bubaque, 2008




Kirmen Uribe - Amor secreto

 

AMOR SECRETO

Yo también tuve un amor secreto,
a la edad de siete u ocho años. Ella no sabía nada.
Nunca le dije nada.
Una sonrisa era nuestro único puente.

Hace poco soñé con ella.
Guirnaldas, caballos azules de correaje dorado.
Me llevó a un rincón y me preguntó:
«¿Te ha ido bien por el mundo?»
«¿Has tenido suerte?»
Creo que le dije que no.
Antes de caer al abismo, me dijo:
«Siempre he sabido que me querías».

No sé si es lícito volver atrás,
si podemos escoger otra vez
en el cruce el camino que dejamos de lado.
Pero es cierto que de vez en cuando
lo que sentimos en el pasado se vuelve real,
aunque sea por un momento.

Una semana desde el sueño
nos topamos en la calle.
Guirnaldas, caballos azules de correaje dorado.
La conversación no tuvo
nada que ver con el sueño.
Como años atrás
sólo una sonrisa,
no le dije nada.

Kirmen Uribe


Mientras tanto cógeme la mano
. Traducción de Kirmen Uribe, Gerardo Markuleta y Ana Arregui. [edición biligüe] Visor, 2010 .



Manuel Vicent - Pasa la vida

 

PASA LA VIDA

La infancia dura hasta los cuatro años, la niñez hasta los 12, la adolescencia hasta los 17, la juventud hasta los 35, la madurez hasta los 50. Desde la cumbre del medio siglo cuya subida suele ser muy abrupta e insegura, ya se divisa el valle con una senda de bajada, que se pierde en el horizonte. A esa edad los sueños juveniles o bien se han realizado o se han desvanecido. Llegado a estas alturas, la vida ya te ha mostrado sus cartas. Has venido a este mundo a mandar o a obedecer. Serás un vencedor o un derrotado. Antiguamente se vivía tan poco que a uno no le daba tiempo a cambiar de pareja, ni de ideología ni de carácter, por eso entonces las personas parecían ser todas de una sola pieza. En cambio, hoy a los 50 años se puede emprender una nueva vida que te permita seguir soñando. La gente se divorcia, tiene más hijos, la brega diaria continua, pero unos juegan bien los dados y otros se quedan para siempre al borde del camino. Durante la bajada por el valle la edad pasa por distintas fases. A los 60 años ya eres mayor de verdad, a los 75 empiezas a agradecer que te digan que pareces más joven, que el tiempo no pasa para ti. Por fortuna, a partir de los 80 ya no se cumplen años, solo se cumple salud o enfermedad. Se es viejo si uno se rinde y se entrega a la melancolía, a la cólera o al silencio. Hay viejos melancólicos que solo piensan en el pasado, viejos cabreados que se avergüenzan de sus antiguos ideales porque los confunden con la ruina de su rostro reflejada en el espejo, viejos que se sientan en la última vuelta del sendero con la mirada perdida y callan. En el valle que se divisaba desde la cumbre efímera de la juventud, en estos días de febrero están en flor los almendros. Su floración solo dura unos días, lo suficiente para recordar que a lo largo de la vida ha habido instantes de felicidad por los que ha merecido la pena vivirla.

Manuel Vicent


(El País, 13-2-2022)



Dos fotografías de Thomas Holle

 

 

 

 

 

Vicente Núñez - «No hay más encuentros que...»

 

No hay más encuentros que los del azar.

Vicente Núñez


Poesía y sofismas  II. Sofismas (Vicente Núñez). Edición de Miguel Casado.Visor, 2008.



Antonio Martínez Sarrión - Discreto

 

DISCRETO

Feliz quien, sin anhelo,
aguarda la mañana.
Y, en llegando, se dice
sereno: «Ya viví».
Ése empieza ganando
un día y otro día.
Ni se jacta con ello,
ni publica su suerte,
ni menos aún mendiga
aplausos, pompas, humo
con que hacerse una estatua.

Antonio Martínez Sarrión



Leído en Rua das Pretas



30 a. de C.

 





Antonio Prete - Rumbo al sur

 

RUMBO AL SUR

Un ágave, soberbio, solitario,
al viento el tallo moribundo.

Los olivos estrechan el cielo con sus brazos.

Entre brozas quemadas, en el llano,
la charla vespertina de la urraca.

Luego el destello de una calle blanca,
el matorral, el mar: el grito de la infancia.
Sur que es encantamiento y que es herida.

Antonio Prete
(1941)


(Traducido por Jesús Díaz Armas)



VERSO IL SUD

Un’agave, superba, solitaria,
nel vento il suo morente stelo.

Le braccia degli ulivi stringono il cielo.

Nella piana, tra le stoppie bruciate,
la chiacchiera vespertina delle gazze.

Poi il barbaglio d’una strada bianca,
la macchia, il mare : il grido dell’infanzia,
da un Sud che è incantamento ed è ferita.





Cfr. Quisiera estar solo en el sur, de Luis Cernuda




Gil de Biedma y Góngora

 

DE SENECTUTE


                                 Y nada temí más que mis cuidados.
                                                                  Góngora



No es el mío, este tiempo.

Y aunque tan mío sea ese latir de pájaros
afuera en el jardín,
su profusión en hojas pequeñas, removiéndome
igual que imitaciones,

no dice ya lo mismo.

Me despierto
como quien oye una respiración
obscena. Es que amanece.

Amanece otro día en que no estaré invitado
ni a un momento feliz. Ni a un arrepentimiento
que, por no ser antiguo,
ah, Seigneur, donnez-moi la force et le courage!
invite de verdad a arrepentirme
con algún resto de sinceridad.
Ya nada temo más que mis cuidados.

De la vida me acuerdo, pero dónde está.

Jaime Gil de Biedma



Poemas póstumos (1968)


 

(1596)

Cosas, Celalba mía, he visto extrañas:
cascarse nubes, desbocarse vientos,
altas torres besar sus fundamentos,
y vomitar la tierra sus entrañas;

duras puentes romper, cual tiernas cañas,
arroyos prodigiosos, ríos violentos,
mal vadeados de los pensamientos,
y enfrenados peor de las montañas;

los días de Noé, gentes subidas
en los más altos pinos levantados,
en las robustas hayas más crecidas;

pastores, perros, chozas y ganados
sobre las aguas vi, sin forma y vidas,
y nada temí más que mis cuidados.



Dos fotografías de Tasos Paras

 




Desde Grecia, dos retratos de Tasos Paras (2012) [Τασος Παρας



Miltos Sajturis - Viví cerca

 

VIVÍ CERCA

                                      In memoriam Yorgos Macrís


Viví cerca de los hombres vivos
y amé a los hombres vivos
pero mi corazón estuvo más cerca
de los salvajes enfermos con alas
de los grandes locos ilimitados
y aun de los maravillosamente muertos.

Miltos Sajturis
(1919 - 2005)



Ocho poetas [griegos] del siglo XX. Selección y traducción de Ramón Irigoyen. Mondadori, 1989 [edición no bilingüe]


Έζησα κοντά

                                         μνήμη Γιώργου Μακρή


Έζησα κοντά στους ζωντανούς ανθρώπους
κι αγάπησα τους ζωντανούς ανθρώπους
όμως η καρδιά μου ήταν πιο κοντά
στους άγριους άρρωστους με τα φτερά
στους μεγάλους απεριόριστους τρελούς
κι ακόμα στους θαυμάσια πεθαμένους

Μίλτος Σαχτούρης



Un fotografía de Barry Bar

 

 

Un retrato de Barry Bar por las calles de Lima, en 2009.



Rubén Darío - Mía

 

MÍA

Mía: así te llamas.
¿Qué más harmonía?
Mía: luz del día;
mía, rosas, llamas.

¡Qué aroma derramas
en el alma mía
si sé que me amas!
¡oh Mía! ¡Oh Mía!

Tu sexo fundiste
con mi sexo fuerte,
fundiendo dos bronces.

Yo triste, tú triste...
¿No has de ser entonces
mía hasta la muerte?

Rubén Darío


Prosas profanas
(1886)



Una fotografía de Alessandro Villa

 




Un retrato de Alessandro Villa fechado en 2009.



Herman Melville - El lamento de C_______

 

EL LAMENTO DE C_______

Qué encantadora fue la luz del cielo,
qué ángeles se asomaban en el firmamento
en esos años en que la juventud era mejor que el vino
y el hombre y la naturaleza parecían dioses,
antes que yo sintiera que la juventud debe morir.

Antes que yo sintiera que la juventud debe morir
cuán insustancial parecía la tierra,
¡el mundo de Aladino! En cada avance,
aquí o allá, un nuevo idilio;
nunca soñé que llegaría la ausencia.

Nada fue en vano,
incluso el dolor. Sí, el placer, pero también el dolor,
en una rápida reacción hecha de vida,
discusiones de amantes, felices peleas
de juventud que nunca vuelve.

¿Pero nunca volverá la juventud?
¿Incluso a su tumba se ha ido él,
dejándome solo para velar de noche
con corazón apesadumbrado que alguna vez fue luz?
¡Oh, pongan a su cabeza una lápida!

Herman Melville


Lejos de tierra & Otros poemas (Herman Melville). Selección, traducción, prólogo y notas de Eric Schierloh. Edición bilingüe. bajo la luna, Buenos Aires, 2008


C's Lament

How lovely was the light of heaven,
What angels leaned from out the sky
In years when youth was more than wine
And man and nature seemed divine.
Ere yet I felt that youth must die.

Ere yet I felt that youth must die
How insubstantial looked the earth,
Alladin-land! in each advance,
Or here or there, a new romance;
I never dreamed would come a dearth.

And nothing then but had its worth,
Even pain. Yes, pleasure still and pain
In quick reaction made of life
A lovers' quarrel, happy strife
In youth that never comes again.

But will youth never come again?
Even to his grave-bed has he gone,
And left me lone to wake by night
With heavy heart that erst was light?
O, lay it at his head — a stone!





Dos fotografías de Germán :)

 



Dos bellos retratos de Germán :), uruguayo, en Colombia: # 0268 Retrato (Las hermanas de Luz Eugenia, 1) y Retrato. (Las hermanas de Luz Eugenia - 2), Medellín, 1982.