Também no Poente onde habito
Sophia de Mello Breyner Andresen
Sobrios también podemos embriagarnos
con este vino que la tarde vierte
en su pequeña copa. ¿No se llama
el cielo así? ¿No está hecho de un finísimo
cristal ligeramente azul, no está
todo para nosotros preparado?
Si no es para nosotros este vino,
¿para quién? El asombro mudo cabe
en unas cuantas sílabas. El bosque
cede ante el puente y más allá la puesta
de sol, igual que el río, se dirige,
con una lentitud que ya he hecho mía
hacia el jardín, hacia el país que casi
veo desde mi ventana, hacia Poniente.
Juan Antonio González Iglesias
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