Fotografía de Herr_Mueller - The Good Life #1

Dos aforismos de José Ignacio Foronda


Ser leve y dejar huella, igual que los gorriones en la nieve.

                        *

El viento tacha el siencio.


José Ignacio Foronda



Fuegos de palabras  El aforismo poético español de los siglos XX y XXI (1900-210). Edición de Carmen Camacho. Fundación José Manuel Lara, Vandalia, 2018



Una fotografía de Will Burgdorf

 



Will Burgdorf - Hannover, ca. 1930-35



Alexander Calder - Brooch

 



Alexander Calder - Brooch, 1950s



Ida Vitale - Invierno

 

INVIERNO     

Como las gotas en el vidrio,
como las gotas de la lluvia
en una tarde somnolienta,
exactamente iguales,
superficiales,
ávidas todas,
breves,
se hieren y se funden,
tan, tan breves
que no podrían dar cabida al miedo,
que el espanto no debiera hacer huella
en nosotros.

Después, ya muertos, rodaremos,
redondos y olvidados


Ida Vitale


Jardín de sílice (1980), en Poesía reunida. Tusquets, 2ª ed. 2018; 1ª ed. 2017



Una fotografía de Efraim Habermann




Efraim Habermann - Woman in the Corner, 1985



Agustín de Foxá - Diciembre

 

DICIEMBRE 

Diciembre ha convocado sus hogueras
y el fuego es vegetal; son matorrales
de algún astro terrible; primaveras
de misteriosos seres; rosas de humo.
Diciembre es como un parque
(cerradura oxidada de su verja)
con sus verdes estanques
que hace ya un siglo no reflejan nada.
Es una estatua en triste plazoleta
a la hora del crepúsculo
envuelta por el humo de unas hojas.
Es ese ciervo bajo la luna roja
incendiado de vaho
y en su cielo un papel de calendario.
Diciembre es un tapiz carbonizado
con escenas de caza y fruta antigua.
Una ceniza, blanca, de viñedos.
Ese pastor de barro, en musgo y corcho
por alamedas de candelas rojas.
La uva envuelta en un bronce de campanas
para la boca, fresca, de fin de Año.
Y si en diciembre hubiera mariposas,
¡qué viriles!, ¡de hierro! Los panales,
sellados. -En su pozo el hormiguero
archivando las alas. Mes sombrío
igual que un monte.- ¡Oh perla de diciembre
que insulta al pobre! ¡Oh nieve de los reyes!
Tan suntuosa y cruel como el armiño.
¡Oh mes feudal para el castillo!
Burlón con la cabaña y el harapo.
Por templar tu rigor hubo un pesebre
y un niño luminoso sobre pajas
calentado por morros de animales
y entre ángeles de luz ultravioleta.

Agustín de Foxa




Miguel D’Ors - Amandiño

 

AMANDIÑO   

Amando, Amandiño, que eras de Corredoira,
cómo vuelve esta noche, con qué mágica luz,
aquel baño silvestre, y nuestras cabriolas
desnudas por el prado salpicado de bostas,
y aquella canción tuya, amigo agreste, bucanero de siete
años
-«Ay, ay, ay, bendito es el borracho»-,
bajando por las hondas carballeiras
desmedida, insistente y en pelotas.
De aquel verano todo se ha perdido
menos aquella hora
maravillosamente sediciosa.
Después
tú te quedaste por tu mundo, libre de calendarios;
yo me adentré en el olor intacto de los nuevos libros.
De ellos salía el camino que -cursos, gentes ciudades-
me ha traído hasta esto.
Y ahora que contemplo mi vida
y me vienen ganas de darle una limosna,
le pregunto a los años
qué habrá sido de ti, Amandiño, amigo de un verano;
qué habrá sido de mí.

Miguel D’Ors   



Una fotografía de Leo Eloy

 


Leo Eloy - Ilana e eu sob a luz do projetor. Lapa, 2012.




Alexandre O’Neill - El amor es el amor

 

EL AMOR ES EL AMOR

El amor es el amor — ¡¿y qué?!
¿Vamos a quedarnos los dos
imaginando, imaginando?...

Mi pecho contra tu pecho,
cortando el mar, cortando el aire.
¡En una cama
hay todo el espacio para amar!

En nuestra carne estamos
sin destino, sin miedo, sin pudor
e intercambiamos — ¿somos uno? ¿somos dos? —
espíritu y calor!

El amor es el amor — ¿y qué?

Alexandre O'Neill



O AMOR É O AMOR

O amor é o amor — e depois?!
Vamos ficar os dois
a imaginar, a imaginar?...

O meu peito contra o teu peito,
cortando o mar, cortando o ar.
Num leito
há todo o espaço para amar!

Na nossa carne estamos
sem destino, sem medo, sem pudor
e trocamos — somos um? somos dois? —
espírito e calor!

O amor é o amor — e depois?


Alexandre O'Neill 


Abandono Vigiado (1960)



(Traducción de PLC)


Una fotografía de Wayne Mackeson

 



Wayne Mackeson - ~ The First Cut is the Deepest ~  (... Elise),  2021



Ramón Andrés y Jordi Doce, a la ventana

 

Asomarse a una ventana nos limpia.

Ramón Andrés

                            


La felicidad del hombre acodado en una ventana.

Jordi Doce



Jorge de Sena - Fidelidade

 

FIDELIDADE

Diz-me devagar coisa nenhuma, assim
como só a presença com que me perdoas
esta fidelidade ao meu destino.
Quanto assim não digas é por mim
que o dizes. E os destinos vivem-se
como outra vida. Ou como solidão.
E quem lá entra? E quem lá pode estar
mais que o momento de estar só consigo?
Diz-me assim devagar coisa nenhuma.
o que à morte se diria, se ela ouvisse,
ou se diria aos mortos, se voltassem.


26/8/1956


Jorge de Sena


Fidelidade (1958)


Dos versiones de un poema de Kao Che/Gao Shi

 

Hace frio en la posada. Solo, estoy desvelado, ante mi lámpara.
Mis pensamientos punzan el corazón del caminante.
Esta noche, yo pienso en mi tierra, a mil leguas de aquí.
Y mañana mi cabello gris parecerá tener un año más.

Kao Che



ESCRITO LA VÍSPERA

Fría lámpara del albergue. Estoy solo, sin dormir.

¿Por qué tan triste la emoción del viajero?

Añoranza del pueblo natal, esta noche a mil leguas.

La escarcha de mis sienes cumplirá mañana otro año.

Gao Shi



Primera versión: Segunda antología de la poesía china (Marcela de Juan) Revista de Occidente, 1962

Segunda versión: La pagoda blanca. Cien poemas de la dinastía Tang. Selección, introducción, traducción y notas de Guillermo Dañino. Ediciones Hiperión, 2ª ed. 2009



Tonino Guerra - Canto decimoprimero

 

CANTO DECIMOPRIMERO

Hace dos días, era el primer domingo de noviembre,
Había una niebla que se podía cortar con el cuchillo.
Los árboles estaban blancos de escarcha y las calles y los campos
Parecían cubiertos de sábanas. Pero luego salió el sol
Y secó el universo y solamente las sombras
Permanecieron mojadas.

Pinela el campesino estaba atando las parras
Con espartos que llevaba sujetos a la oreja.
Mientras él trabajaba yo le hablaba de la ciudad,
De mi vida que ha durado un parpadeo
Y del miedo que me da la muerte.

Entonces, de repente, cesaron los ruidos que hacía con las manos
Y oímos un gorrioncillo que cantaba a lo lejos.
Y me dijo: miedo ¿por qué? La muerte no es aburrida,
Viene solo una vez

Tonino Guerra



La miel (Tonino Guerra). Pepitas de calabaza, 2018. Traducción y prólogo de Juan Vicente Piqueras [edición bilingüe romañolo-castellano]


Elena Kiseleva - Retrato de una dama

 


Elena Kiseleva (1878–1974) - Retrato de una dama (Retrato de Lyubov Brodskaya), 1916



Una fotografía de Nazif Topçuoğlu para Nazim Hikmet

 



Nazif Topçuoğlu (Estambul, 1954) - Poetry Reading, 2001


ME ACOSTUMBRO A ENVEJECER

Me acostumbro a envejecer, es el oficio más difícil del mundo,
llamar a las puertas por última vez,
la separación para siempre.
Horas que corréis, corréis, corréis...
Trato de comprender a costa de dejar de creer.
Te iba a decir una palabra pero no pude.
En mi mundo el sabor de un pitillo por la mañana con el estómago vacío.
La muerte antes de llegar me envió su soledad.
Envidio a los que no se dan cuenta de que envejecen,
tan ocupados están con sus cosas.

                                   12 de enero de 1963

Nazim Hikmet



Nazım Hikmet Ran (Salónica, Imperio otomano, 15 de enero de 1902 - Moscú, 3 de junio de 1963) fue un poeta y dramaturgo turco, considerado en Occidente el poeta más importante en lengua turca del siglo xx. Sus obras han sido traducidas a numerosos idiomas. Largamente exiliado de su país de origen a causa de su militancia comunista, murió en 1963 como ciudadano polaco.



Una fotografía de Paul Bence

 


Paul Bence - Street Portraits - Belsize Park, 2007



Federico García Lorca - Romance de la pena negra

 

ROMANCE DE LA PENA GRANDE

Las piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo, su carne,
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos,
gimen canciones redondas.
Soledad: ¿por quién preguntas
sin compaña y a estas horas?
Pregunte por quien pregunte,
dime: ¿a ti qué se te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca,
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.
No me recuerdes el mar,
que la pena negra, brota
en las tierras de aceituna
bajo el rumor de las hojas.
¡Soledad, qué pena tienes!
¡Qué pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limón
agrio de espera y de boca.
¡Qué pena tan grande! Corro
mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo,
de la cocina a la alcoba.
¡Qué pena! Me estoy poniendo
de azabache carne y ropa.
¡Ay mis camisas de hilo!
¡Ay mis muslos de amapola!
Soledad: lava tu cuerpo
con agua de las alondras,
y deja tu corazón
en paz, Soledad Montoya.

*

Por abajo canta el río:
volante de cielo y hojas.
Con flores de calabaza,
la nueva luz se corona.
¡Oh pena de los gitanos!
Pena limpia y siempre sola.
¡Oh pena de cauce oculto
y madrugada remota!

Federico García Lorca


Romancero gitano (1928)



Antonio Machado - «Pero hablemos del Caos, señores…»

 

Pero hablemos del Caos, señores, que es el tema de la lección de hoy. Mi maestro —habla siempre Mairena a sus alumnos— escribió un poema filosófico a la manera de los viejos Peri Phiseos helénicos, que él llamó Cosmos, y cuyo primer canto, titulado El Caos, era la parte más inteligible de toda la obra. Allí venía a decir, en substancia, que Dios no podía ser el creador del mundo, puesto que el mundo es un aspecto de la misma divinidad; que la verdadera creación divina fue la Nada, como ya había enseñado en otra ocasión. Pero que, no obstante, para aquellos que necesitan una exposición mitológica de las cosas divinas, él había imaginado el Génesis a su manera: «Dios no se tomó el trabajo de hacer nada, porque nada tenía que hacer antes de su creación definitiva. Lo que pasó, sencillamente, fue que Dios vio el Caos, lo encontró bien y dijo: «Te llamaremos Mundo». Esto fue todo.

Antonio Machado


Juan de Mairena (sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo), 1936. Edición, introducción y notas de José María Valverde, Castalia, 1971. Fragmento del capítulo LXVI



Clarice Lispector - «O estado de graça»

 

O ESTADO DE GRAÇA

Quem já conheceu o estado de graça reconhecerá o que vou dizer. Não me refiro à inspiração, que é uma graça especial que tantas vezes acontece aos que lidam com arte.
   O estado de graça de que falo é usado para nada. É como se viesse apenas para que se soubesse que realmente se existe. Neste estado, além da tranqüila felicidade que se irradia de pessoas e coisas, há uma lucidez que só chamo de leve porque na graça tudo é tão, tão leve. É uma lucidez de quem não adivinha mais: sem esforço, sabe. Apenas isto: sabe. Não perguntem o quê, porque só posso responder do mesmo modo infantil: sem esforço, sabe-se.
   E há uma bem-aventurança física que a nada se compara. O corpo se transforma num dom. E se sente que é um dom porque se está experimentando, numa fonte direta, a dádiva indubitável de existir materialmente.
   No estado de graça vê-se às vezes a profunda beleza, antes inatingível, de outra pessoa. Tudo, aliás, ganha uma espécie de nimbo que não é imaginário: vem do esplendor da irradiação quase matemática das coisas e das pessoas. Passa-se a sentir que tudo o que existe (pessoa ou coisa) respira e exala uma espécie de finíssimo resplendor de energia. A verdade do mundo é impalpável.
   Não é nem de longe o que mal imagino deva ser o estado de graça dos santos. Este estado jamais conheci e nem sequer consigo adivinhá-lo. É apenas o estado de graça de uma pessoa comum que de súbito se torna totalmente real porque é comum e humana e reconhecível.
   As descobertas nesse estado são indizíveis e incomunicáveis. É por isso que, em estado de graça, mantenho-me sentada, quieta, silenciosa. É como uma anunciação. Não sendo porém precedida pelos anjos que, suponho, antecedem o estado de graça dos santos, é como se o anjo da vida viesse me anunciar o mundo.
   Depois, lentamente, se sai. Não como se estivesse estado em transe (não há nenhum transe), sai-se devagar, com um suspiro de quem teve o mundo como este é. Também já é um suspiro de saudade. Pois tendo experimentado ganhar um corpo e uma alma e a terra, quer-se mais e mais. Inútil querer: só vem quando quer e espontaneamente.
   Não sei por quê, mas acho que os animais entram com mais freqüência na graça de existir do que os humanos. Só que eles não sabem, e os humanos percebem. Os humanos têm obstáculos que não dificultam a vida dos animais, como raciocínio, lógica, compreensão. Enquanto que os animais têm a esplendidez daquilo que é direto e se dirige direto.
   Deus sabe o que faz: acho que está certo o estado de graça não nos ser dado freqüentemente. Se fosse, talvez passássemos definitivamente para o outro lado da vida, que também é real mas ninguém nos entenderia jamais. Perderíamos a linguagem em comum.
   Também é bom que não venha tantas vezes quanto se queria. Porque eu poderia me habituar à felicidade - esqueci de dizer que e estado de graça se é muito feliz. Habituar-se à felicidade seria um perigo. Ficaríamos mais egoístas, porque as pessoas felizes o são, menos sensíveis à dor humana, não sentiríamos a necessidade de procurar ajudar os que precisam -tudo por termos na graça a compensação e o resumo da vida.
   Não, mesmo se dependesse de mim, eu não quereria ter com muita freqüência o estado de graça. Seria como cair num vício, iria me atrair como um vício, eu me tornaria contemplativa como os fumadores de ópio. E se aparecesse mais a miúdo, tenho certeza de que eu abusaria: passaria a querer viver permanentemente em graça. E isto representaria uma fuga imperdoável ao destino simplesmente humano, que é feito de luta e sofrimento e perplexidades e alegria menores.
   Também é bom que o estado de graça demore pouco. Se durasse muito, bem sei, eu que conheço minhas ambições quase infantis, eu terminaria tentando entrar nos mistérios da natureza. No que eu tentasse, aliás, tenho a certeza de que a graça desapareceria. Pois ela é dádiva e, se nada exige, desvaneceria se passássemos a exigir dela uma resposta. É preciso não esquecer que o estado de graça é apenas uma pequena abertura para uma terra que é uma espécie de calmo paraíso, mas não é a entrada nele, nem dá o direito de se comer frutos de seus pomares.
   Sai-se do estado de graça com o rosto liso, os olhos abertos e pensativos e, embora não se tenha sorrido, é como se o corpo todo viesse de um sorriso suave. E sai-se melhor criatura do que se entrou. Experimentou-se alguma coisa que parece redimir a condição humana, embora ao mesmo tempo fiquem acentuados os estreitos limites dessa condição. É exatamente porque depois da graça a condição humana se revela na sua pobreza implorante, aprende-se a amar mais, a perdoar mais, a esperar mais. Passa-se a ter uma espécie de confiança no sofrimento e em seus caminhos tantas vezes intoleráveis.
   Há dias que são tão áridos e desérticos que eu daria anos de minha vida em troca de uns minutos de graça.


Clarice Lispector






Clarice Lispector - «A quinta história»

 

A QUINTA HISTÓRIA

Esta história poderia chamar-se “As Estátuas”. Outro nome possível é “O Assassinato”. E também “Como Matar Baratas”. Farei então pelo menos três histórias, verdadeiras, porque nenhuma delas mente a outra. Embora uma única, seriam mil e uma, se mil e uma noites me dessem.
   A primeira, “Como Matar Baratas”, começa assim: queixei-me de baratas. Uma senhora ouviu-me a queixa. Deu-me a receita de como matá-las. Que misturasse em partes iguais açúcar, farinha e gesso. A farinha e o açúcar as atrairiam, o gesso esturricaria o de-dentro delas. Assim fiz. Morreram.
   A outra história é a primeira mesmo e chama-se “As Estátuas”. Começa dizendo que eu me queixara de baratas. Uma senhora ouviu-me. Segue-se a receita. E então entra o assassinato. A verdade é que só em abstrato me havia queixado de baratas, que nem minhas eram: pertenciam ao andar térreo e escalavam os canos do edifício até o nosso lar. Só na hora de preparar a mistura é que elas se tornaram minhas também. Em nosso nome, então, comecei a medir e pesar ingredientes numa concentração um pouco mais intensa. Um vago rancor me tomara, um senso de ultraje. De dia as baratas eram invisíveis e ninguém acreditaria no mal secreto que roía casa tão tranquila. Mas se elas, como os males secretos, dormiam de dia, ali estava eu a preparar-lhes o veneno da noite. Meticulosa, ardente, eu aviava o elixir da longa morte. Um medo excitado e meu próprio mal secreto me guiavam. Agora eu só queria gelidamente uma coisa: matar cada barata que existe. Baratas sobem pelos canos enquanto a gente, cansada, sonha. E eis que a receita estava pronta, tão branca. Como para baratas espertas como eu, espalhei habilmente o pó até que este mais parecia formar parte da natureza. De minha cama, no silêncio do apartamento, eu as imaginava subindo uma a uma até a área de serviço onde o escuro dormia, só uma toalha alerta no varal. Acordei horas depois em sobressalto de atraso. Já era de madrugada. Atravessei a cozinha. No chão da área lá estavam elas, duras, grandes. Durante a noite eu matara. Em nosso nome amanhecia. No morro um galo cantou.
   A terceira história que ora se inicia é a das “Estátuas”. Começa dizendo que eu me queixara de baratas. Depois vem a mesma senhora. Vai indo até o ponto em que, de madrugada, acordo e ainda sonolenta atra vesso a cozinha. Mais sonolenta que eu está a área na sua perspectiva de ladrilhos. E na escuridão da aurora, um arroxeado que distancia tudo, distingo a meus pés sombras e brancuras: dezenas de estátuas se espalham rígidas. As baratas que haviam endurecido de dentro para fora. Algumas de barriga para cima. Outras no meio de um gesto que não se completaria jamais. Na boca de umas um pouco da comida branca. Sou a primeira testemunha do alvorecer em Pompéia. Sei como foi esta última noite, sei da orgia no escuro. Em algumas o gesso terá endurecido tão lentamente como num processo vital, e elas, com movimentos cada vez mais penosos, terão sofregamente intensificado as alegrias da noite, tentando fugir de dentro de si mesmas. Até que de pedra se tornam, em espanto de inocência, e com tal, tal olhar de censura magoada. Outras — subitamente assaltadas pelo próprio âmago, sem nem sequer ter tido a intuição de um molde interno que se petrificava! — essas de súbito se cristalizam, assim como a palavra é cortada da boca: eu te... Elas que, usando o nome de amor em vão, na noite de verão cantavam. Enquanto aquela ali, a de antena marrom suja de branco, terá adivinhado tarde demais que se mumificara exacta mente por não ter sabido usar as coisas com a graça gratuita do em vão: “é que olhei demais para dentro de...” — de minha fria altura de gente olho a derrocada de um mundo. Amanhece. Uma ou outra antena de barata morta freme seca à brisa. Da história anterior canta o galo.
   A quarta narrativa inaugura nova era no lar. Começa como se sabe: queixei-me de baratas. Vai até o momento em que vejo os mo numentos de gesso. Mortas, sim. Mas olho para os canos, por onde essa mesma noite renovar-se-á uma população lenta e viva em fila indiana. Eu iria então renovar todas as noites o açúcar letal como quem já não dorme sem a avidez de um rito? E todas as madrugadas me conduziria sonâmbula até o pavilhão no vício de ir ao encontro das estátuas que a minha noite suada erguia? Estremeci de mau prazer à visão daquela vida dupla de feiticiera. E estremeci também ao aviso do gesso que seca: o vício de viver que rebentaria meu molde interno. Áspero instante de escolha entre dois caminhos que, pensava eu, se dizem adeus, e certa de que qualquer escolha seria a do sacrifício: eu ou a minha alma. Escolhi. E hoje ostento secretamente no coração uma placa de virtude: “Esta casa foi dedetizada”.
   A quinta história chama-se “Leibnitz e a Transcendência do Amor na Polinésia”. Começa assim: queixei-me de baratas.



Clarice Lispector





Clarice Lispector- «Por não estarem distraídos»

 

POR NÃO ESTAREM DISTRAÍDOS

  Havia a levíssima embriaguez de andarem juntos, a alegria como quando se sente a garganta um pouco seca e se vê que por admiração se estava de boca entreaberta: eles respiravam de antemão o ar que estava à frente, e ter esta sede era a própria água deles.
   Andavam por ruas e ruas falando e rindo, falavam e riam para dar matéria peso à levíssima embriaguez que era a alegria da sede deles. Por causa de carros e pessoas, às vezes eles se tocavam, e ao toque - a sede é a graça, mas as águas são uma beleza de escuras - e ao toque brilhava o brilho da água deles, a boca ficando um pouco mais seca de admiração.
   Como eles admiravam estarem juntos! Até que tudo se transformou em não. Tudo se transformou em não eles quiseram essa mesma alegria deles. Então a grande dança dos erros. O cerimonial das palavras desacertadas. Ele procurava e não via, ela não via que ele não vira, ela que, estava ali, no entanto.
   No entanto ele que estava ali. Tudo errou, e havia a grande poeira das ruas, e quanto mais erravam, mais com aspereza queriam, sem um sorriso. Tudo só porque tinham prestado atenção, só porque não estavam bastante distraídos. Só porque, de súbito exigentes e duros, quiseram ter o que já tinham. Tudo porque quiseram dar um nome; porque quiseram ser, eles que eram.
   Foram então aprender que, não se estando distraído, o telefone não toca, e é preciso sair de casa para que a carta chegue, e quando o telefone finalmente toca, o deserto da espera já cortou os fios.
   Tudo, tudo por não estarem mais distraídos.


Clarice Lispector



(La escritora brasileña Clarice Lispector nació el 10 de diciembre de 1920 en Chechelnik, Ucrania, y falleció en Río de Janeiro el 9 de diciembre de 1997. Unas fotocopias con este breve texto, y los de A quinta história y O estado de graça, me fueron dados a conocer en Salamanca por un profesor brasileño, y constituyeron un descubrimiento maravilloso, todo un deslumbramiento. Después llegaron sus libros para confirmarlo.)





Franz von Stuck - Retrato de su hija María vestida de griega


 

Franz von Stuck (1863-1928) - Tochter Mary als Griechin, 1910



José Jiménez Lozano - Homero

 

HOMERO

Si ahora llegase Homero
a tu jardín ¿qué harías?
¿Dónde guardas los dátiles, la miel,
la leche o un trozo de puerco?
¿Crees que hablaría contigo de las Pléyades
y podrías darle a leer tus poemas?
   ¡Oh, padre Homero, siéntate y escucha!
   Dime si Ulyses, si Penélope, si la luna roja
de setiembre, si la escarcha o el viento
cierzo, si las vides o la marina espuma,
si la rima o la luna, si la muerte
están bien situadas en mis versos,
sólo esto.

José Jiménez Lozano

(1930 - 2020)

Tantas devastaciones (1992)


Web oficial de José Jiménez Lozano

Una fotografía de Antanas Sutkus

 



Obra de 1959 de Antanas Sutkus, fotógrafo lituano nacido en 1939.



Rafael Sánchez Ferlosio - (Impresión repentina)

 

(Impresión repentina) Cómo retrocede el tiempo: todavía ayer todos eran más viejos que yo y hoy ya son todos más jóvenes que yo.

Rafael Sánchez Ferlosio   


La hija de la guerra y la madre de la patria, Destino, 2002





Akiko Yosano - «aquí estoy, / con diecinueve años…»

 

aquí estoy,
con diecinueve años,
y ya blanquean las violetas
y se ha agotado el agua…
todo parece efímero 

Akiko Yosano

(1878 - 1942)



Akiko Yosano Poeta de la pasión. Antología poética. Traducción, introducción y notas de José María Bermejo y Teresa Herrero. poesía Hiperión, 2007




Una fotografía de Deyonette

 


Deyonette - home encants (finally unpacked), 2009



José Moreno Villa - A la madrugada

 

A LA MADRUGADA

Cien trenes, cien barcos
y un millón de locos bailando.
Bajo las nubes y la luna
motores ciegos y voluntades oscuras.
Los peces duermen.
No sé quien es el búho de la mar.
Los pájaros duermen.
Los apaches del aire vuelan sobre el rabadán.
La oveja blanca y el pico negro
dibujan la violencia en el silencio.
Con el motor obtuso del barco
rima un corazón desvelado.
Con los émbolos de los trenes en marcha
funcionan dormidas, dilatadas las esperanzas.

José Moreno Villa


Jacinta la pelirroja (1929)



Una fotografía de Erik van Straten

 



Erik van Straten - 437 Petra Spigt 1972-81A _ 2019



Unos versos de Ruy Belo

 

Quando as raparigas punham todo o peso da sua esmagadora juventude
no pé e o pé no pó das antigas estradas a caminho das fontes
onde a água corria pelos vagarosos dias desse tempo


Ruy Belo, A Margem da Alegria (1974)




Bartolomé Leonardo de Argensola - «Su cabello en holanda generosa…»

 

Su  cabello en holanda generosa
Fili enjugó, imitando al real decoro
con que orna su tocado, persa o moro,
bárbara infanta o preferida esposa.

Notando mi atención la inculta hermosa,
libró del lino el húmedo tesoro,
y suelto en crespas ondas, cubrió el oro
la cerviz tersa que extendió la rosa.

Y el pecho en que de pura leche iguales
forman sus dos relieves paraíso,
donde benigna honestidad se anida,

yo no sé si premiar o matar quiso;
que ambos objetos dan veneno y vida,
avaros de su gloria y liberales.

Bartolomé Leonardo de Argensola

(1562 - 1631)



Una fotografía de Frédéric Froument

 


Frédéric Froument - Y in the Kitchen (Avenue Claude Vellefaux, Paris) 2005.




Vicente Aleixandre - Unidad en ella

 

UNIDAD EN ELLA

Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.

Tu forma externa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que me convoca con su música íntima, con esa
indescifrable llamada de tus dientes.

Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.

Deja, deja que mire, teñido del amor,
enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
donde muero y renuncio a vivir para siempre.

Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.

Este beso en tus labios como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala,
es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo,
un crepitar de la luz vengadora,
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.

Vicente Aleixandre


La destrucción o el amor (1934)



Unas fotografías de Lisa Larsen (1952)

 









Lisa Larsen (1922-1959), born in Pforsheim in Germany, was a pioneering American woman photojournalist.  





Juan García Hortelano - La vejez

 

LA VEJEZ

1

Que nunca vuelva a estar donde no estuve
y el sueño me condujo.

Que la noche me dé su pasaporte
al país que he perdido.

Que me cuelgue jirones de mi carne
entre tanta quimera.

Que sepa que he vivido mientras viva,
aunque sea mentira.


2

Me olvidarán deprisa y no me importa
cuando puede importarme todavía,
cuando nada le importe a mi cadáver,
me llorará quien quiera que me ría.

Juan García Hortelano


La incomprensión del comercio. Edición de Antonio Martínez Sarrión. Visor, 1995



Hugo Scheiber - Mujer en el bar

 


Hugo Scheiber (Budapest, 1873-1950) - Mujer en el bar, años treinta (Private Collection) Gouache & watercolor; 54 x 50 cm.



(Milton Sonn, Flickr)


«La grande bellezza»

 

"Perché non ha mai più scritto un libro?" "Cercavo la grande bellezza, ma... non l'ho trovata."


Finisce sempre così... con la morte. Prima però c'è stata la vita, nascosta sotto il bla bla bla bla bla. E' tutto sedimentato sotto il chiacchiericcio e il rumore. Il silenzio e il sentimento. L'emozione e la paura. Gli sparuti, incostanti sprazzi di bellezza. E poi lo squallore disgraziato e l'uomo miserabile. Tutto sepolto dalla coperta dell'imbarazzo dello stare al mondo. Bla bla bla bla. Altrove c'è l'altrove. Io non mi occupo dell'altrove. Dunque... che questo romanzo abbia inizio. In fondo, è solo un trucco. Sì, è solo un trucco.





Amedeo Modigliani - La femme fatale, 1917

 




Julio Llamazares - Memoria de la nieve

 

1

Mi memoria es la memoria de la nieve. Mi corazón está blanco como un campo de urces.

En labios amarillos la negación florece. Pero existe un nogal donde habita el invierno.

Un lejano nogal, doblado sobre el agua, a donde acuden a morir los guerreros más viejos.

En un mismo exterior se deshacen los días y la desolación corroe los signos del suicidio:

globos entre las ramas del silencio y un animal sin nombre que se espesa en mi rostro.


Julio Llamazares


Memoria de la nieve, 1982




Né Ladeiras - Memórias antigas

 

MEMÓRIAS ANTIGAS

Um cigarro na Paulista
com mar a perder de vista
no que os olhos hão-de abrir
um silêncio de garôa
que me faz lembrar Lisboa
no instante de partir

Um murmúrio de cantigas
lembra memórias antigas
dos tempos que andei no mar
à procura de uma ideia
que um disfarce de sereia
não me deixou alcançar

Da janela do meu carro
lanço a ponta do cigarro
para o meio do capim
que desfaz um fogo de ânsia
porque o tempo e a distância
estão guardados dentro em mim

Vou de barco na Paulista
quem for velho que desista
vou de barco e vou à proa
pois no fim da avenida
há uma esquina perdida
noutra rua de Lisboa


En el álbum de Né Ladeiras, Da Minha Voz (201)


Letra: Tiago Torres da Silva/ Música: Chico César


Tanta beleza!




Una fotografía de Claude Estèbe

 



Claude Estèbe - Miyako, 2011



Fernando Assis Pacheco - Pranto por Manuel Doallo

 

PRANTO POR MANUEL DOALLO

Podia-se ter esborrachado qualquer 23 de Agosto
véspera do San Bartolomé e ele na moto
correndo de Vitoria para as mozas de Ourense
e para as tazas em que era ainda mais exímio

e deixa-se morrer unha serán poñamos
por caso desolada agora pai de filhos
a última queixa: que lhe doía um braço
em troques há tanto sacana que parece de ferro

vaite ó carallo ó morte que me levas
o meu primo galego Manuel Doallo
morte merdeira
coisa ruim de cinza e névoa e cinza

nem nunca nestas terras se me eu lembro
houve um outro rapaz de tanto garbo
como il que era cáseque um rei e querem
que eu o chore e ao coração coitelo?

barqueira que mo levas puta infame
eu berro e berro à soedá do rio


Fernando Assis Pacheco


A Profissão Dominante (1982), in A Musa Irregular, Edições Asa, 1996; Assírio & Alvim, 2006





Fernando Pessoa - Liberdade

 


LIBERDADE

                                  (Falta uma citação de Séneca)

Ai que prazer
Não cumprir um dever,
Ter um livro para ler
E não o fazer!
Ler é maçada,
Estudar é nada.
O sol doira
Sem literatura.
O rio corre, bem ou mal,
Sem edição original.
E a brisa, essa,
De tão naturalmente matinal,
Como tem tempo não tem pressa...

Livros são papéis pintados com tinta.
Estudar é uma coisa em que está indistinta
A distinção entre nada e coisa nenhuma.

Quanto é melhor, quando há bruma,
Esperar por D. Sebastião,
Quer venha ou não!

Grande é a poesia, a bondade e as danças...
Mas o melhor do mundo são as crianças,
Flores, música, o luar, e o sol, que peca
Só quando, em vez de criar, seca.

E mais do que isto
É Jesus Cristo,
Que não sabia nada de finanças
Nem consta que tivesse biblioteca...


Fernando Pessoa 


Alessandro Parronchi - A mi padre, en sueños

 

A MI PADRE, EN SUEÑOS

Sonríes un poco y te alejas pensativo.
Y de pronto con lágrimas me pregunto 
hace cuánto que no te aprieto contra el pecho
no aferro como amigo esos brazos.
La memoria tiene insensibles naufragios.
Se decolora como el cielo de septiembre
bajo el viento se puebla de nubes.
Te vas. Cuántas cosas de repente
se me ocurre decirte… Y enmudezco.
Pero ¿por qué en el instante que me vuelvo
ya no estas ahí? Hay tantas cosas 
que decirse… Y yo sigo llamándote,  y creo 
ciertamente que esto no puede ser un sueño.

Alessandro Parronchi  



A MIO PADRE, IN SOGNO

Sorridi un poco e te ne vai pensoso.
E ad un tratto con lacrime mi chiedo
quanto tempo è che al petto non ti stringo
non afferro da amico quelle braccia.
La memoria ha insensibili naufragi.
Scolora come il cielo di settembre
sotto il vento si popola di nubi.
Te ne vai. Quante cose all’improvviso
mi ritrovo da dirti… E resto muto.
Ma perché nell’istante che mi volto
non sei più là? Ci sono tante cose
da dirsi… Ed io ti chiamo ancora, e credo
che non può certo, questo, essere un sogno.


(da Coraggio di vivere, 1956)


(Traducción de PLC)


Tasos Livaditis - Historias

 

Historias

Mi madre murió
mi amada se fue
mis compañeros me traicionaron
los años pasaron
ahora puedo dormir tranquilo
todo ha sucedido

Tasos Livaditis



Ιστορίαι

Η μητέρα μου πέθανε
η αγαπημένη μου έφυγε
οι σύντροφοι με πρόδωσαν
τα χρόνια περάσαν
τώρα μπορώ να κοιμάμαι ήσυχος
όλα έγιναν.

Τάσος Λειβαδίτης


(Ο Δ. Καταλειφός διαβάζει το ποίημα του Τάσου Λειβαδίτη "Ιστορίαι".)


(Versión de PLC) 

Οι Ιστορίαι (αρχ. ελλ. Ἱστορίαι, γνωστό και ως Ιστορία) είναι ο τίτλος του έργου του Ηροδότου, το οποίο σήμερα θεωρείται η θεμελιώδης βάση της Ιστορίας στο δυτικό πολιτισμό. (Ηροδότου Ιστορίαι, Wikipedia)

[Las Ιστορίαι (griego ant. Ἱστορίαι, también conocidas como Ιστορία) es el título de la obra de Heródoto, que hoy se considera la base fundamental de la Historia en la civilización occidental.]


Dos poemas de Ángel Guinda

 

LO EFÍMERO

Venga lo que venga,
por mucho tiempo
no se quedará.

Por mucho que se quede,
yo estaré ya de vuelta
o no estaré
por mucho que me vaya.

Vendrá, se irá:
mudable, como todo.
Porque todo se va
para cambiar



MISERICORDIA

Por todo lo que recuerdo,
por todo lo que olvidé.
Por todo lo que he hecho
y he dejado de hacer,
misericordia, Señor,
misericordia.
Por todo lo que he deshecho
y volveré a deshacer.
Por tantos pasos mal dados,
por tantos malos deseos,
misericordia, Señor, misericordia,
porque sé que peor
lo puedo volver a hacer
y, de hecho, lo haré.
Perdóname, perdóname.

Ángel Guinda


Aparición y otras desapariciones, Olifante, 2023. Último libro escrito por el autor (1948 - 2022)





Carlos Morales Mengotti - Verónica Forqué, 1975

 





W.B. Yeats - Con el tiempo llega la sabiduría

 

CON EL TIEMPO LLEGA LA SABIDURÍA

Serán muchas las hojas, raíz una sola;
pasé todos mis días de juventud mendaz
al sol balanceando mis flores y mis hojas;
ahora la verdad me puede marchitar.

W.B. Yeats



Antología poética. Selección y prólogo de Seamus Heaney. Versión rimada de Daniel Aguirre. Lumen, 2005.



THE COMING OF WISDOM WITH TIME

Though leaves are many, the root is one;
Through all the lying days of my youth
I swayed my leaves and flowers in the sun;
Now I may wither into the truth.





Zanasis Kostavaras - El circo

 

El circo

No he dicho nada todavía.
No he dicho nada aunque fluya siempre nuestro dolor
entre banderas, altavoces y fuegos artificiales.

Pero nuestro dolor más grande no se dice, no se escribe.
No lo escuchan los demás.

Sólo da vueltas dentro de nosotros. Como el león, gruñendo,
comiendo de nuestra carne.

Nuestro dolor más grande no se cambia en gloria.
No se vuelve circo ni mercado.

Zanasis Kostavaras


Traducción de Francisco Torres Córdova en La jornada. Semanal  


Το τσίρκο

Δεν είπα τίποτα ακόμα.
Δεν είπα τίποτα κι ας κυλιέται πάντα ο πόνος μας
ανάμεσα σε σημαίες, μεγάφωνα και βεγγαλικά.

Μα ο πιο μεγάλος μας πόνος δε μιλιέται‧ δε γράφεται.
Δε γρικιέται απ’ τους άλλους.

Γυρίζει μέσα μας μόνο. Σαν το λιοντάρι‧ μουγκρίζοντας‧
τρώγοντας απ’ τις σάρκες μας.

Ο πιο μεγάλος μας πόνος δεν αλλάζει σε δόξα.
Δε γίνεται τσίρκο και αγορά.

Θανάσης Κωσταβάρας, Ο γυρισμός, 1962






Romance del conde Niño

 

Conde Niño por amores
es niño y pasó a la mar,
va a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.
Mientras su caballo bebe,
él canta dulce cantar:
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar.
La reina estaba labrando,
la hija durmiendo está :
- Levantáos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar,
- No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
sino es el Conde Niño
que por mí quiere finar.
- Si por tus amores pena,
¡oh, mal haya su cantar!
y porque nunca los goce,
yo le mandaré matar.
- Si le manda matar madre,
juntos nos han de enterrar.
Él murió a la medianoche,
ella a los gallos cantar;
a ella, como hija de reyes,
la entierran en el altar;
a él, como hijo de conde,
unos pasos más atrás.
De ella nació una rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar.
La reina llena de envidia
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.
De ella naciera una garza,
de él un fuerte gavilán,
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.


Una fotografía de Mark Patrick Abernathy

 



Mark Patrick Abernathy - (2015)



Kikí Dimulá - Diálogo entre yo y yo

 

DIÁLOGO ENTRE YO Y YO

Te dije: — cedí.
Y tú has dicho:
— No te pongas triste.
Decepciónate tranquilamente.
Serenamente acepta mirar
el reloj parado.
Desespérate razonablemente:
que no está falto de cuerda,
y así funciona tu propio tiempo.
Y si de repente ocurre
que algún minutero se mueve,
no te arriesgues a alegrarte.
Este movimiento no será del tiempo;
serán los perjurios de algunas esperanzas.
Desciende seria,
serenamente autodestrónate
por tus miles de ventanas.
Por un quizás las has abierto,
y contenta olvídate de ti misma.
Todo lo que tenías que decir,
de los otoños melancólicos,
de los recuerdos, de los desagües de los amores,
del mutuo asesinato de las horas,
de la solvencia de las estatuas,
todo lo que tenías que decir
de la gente que poco a poco cede,
lo dijiste.

Kikí Dimulá


Símbolos solubles. Selección y traducción de Nina Anghelidis con la colaboración de Juan Antonio González Iglesias. Linteo, 2010 [edición no bilingüe]



ΔΙΑΛΟΓΟΣ ΑΝΑΜΕΣΑ ΣΕ ΜΕΝΑ ΚΑΙ ΣΕ ΜΕΝΑ

Σοῦ εἶπα:
– Λύγισα.
Καὶ εἶπες:
– Μὴ θλίβεσαι.
Ἀπογοητεύσου ἥσυχα.
Ἤρεμα δέξου νὰ κοιτᾷς
σταματημένο τὸ ρολόι.
Λογικὰ ἀπελπίσου
πῶς δὲν εἶναι ξεκούρδιστο,
ὅτι ἔτσι δουλεύει ὁ δικός σου χρόνος.
Κι ἂν αἴφνης τύχει
νὰ σαλέψει κάποιος λεπτοδείκτης,
μὴ ριψοκινδυνέψεις νὰ χαρεῖς.
Ἡ κίνηση αὐτὴ δὲν θά ῾ναι χρόνος.
Θά ῾ναι κάποιων ἐλπίδων ψευδορκίες.
Κατέβα σοβαρή,
νηφάλια αὐτοεκθρονίσου
ἀπὸ τὰ χίλια σου παράθυρα..
Γιὰ ἕνα μήπως τ᾿ ἄνοιξες.
Κι αὐτοξεχάσου εὔχαρις.
Ὅ,τι εἶχες νὰ πεῖς,
γιὰ τὰ φθινόπωρα, τὰ κύκνεια,
τὶς μνῆμες, ὑδροροὲς τῶν ἐρώτων,
τὴν ἀλληλοκτονία τῶν ὠρῶν,
τῶν ἀγαλμάτων τὴν φερεγγυότητα,
ὅ,τι εἶχες νὰ πεῖς
γι᾿ ἀνθώπους ποὺ σιγὰ-σιγὰ λυγίζουν,
τὸ εἶπες.

Κική Δημουλά


(Texto: ologramma)


Simónides

 

...y el polvo levantado por las ruedas
se dispersó, llevado por el viento.

* * * * *

La humana fortaleza es poca,
   y vanos, los cuidados,
y nuestra vida breve añade
   trabajo a los trabajos;
la muerte ineluctable a todos
   igual nos amenaza;
que igual porción de muerte toca
   a buenos y malvados.

* * * * *

La muerte alcanza incluso
al que evita el combate.


Simónides



Líricos griegos arcaicos (Juan Ferraté), Acantilado, 2020 [otras dos ediciones en 1968 y 1991]



Luis Cernuda - El tiempo

 

EL TIEMPO

   Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza. (No sé si expreso esto bien.) Quiero decir que a partir de tal edad nos vemos sujetos al tiempo y obligados a contar con él, como si alguna colérica visión con espada centelleante nos arrojara del paraíso primero, donde todo hombre ha vivido una vez libre del aguijón de la muerte. ¡Años de niñez en que el tiempo no existe! Un día, unas horas son entonces cifra de la eternidad. ¿Cuántos siglos caben en las horas de un niño?
   Recuerdo aquel rincón del patio en la casa natal, yo a solas y sentado en el primer peldaño de la escalera de mármol. La vela estaba echada, sumiendo el ambiente en una fresca penumbra, y sobre la lona, por donde se filtraba tamizada la luz del mediodía, una estrella destacaba sus seis puntas de paño rojo. Subían hasta los balcones abiertos, por el hueco del patio, las hojas anchas de las latanias, de un verde oscuro y brillante, y abajo, en torno de la fuente, agrupadas, las matas floridas de adelfas y azaleas. Sonaba el agua al caer con un ritmo igual, adormecedor, y allá en el fondo del agua unos peces escarlata nadaban con inquieto movimiento, centelleando sus escamas en un relámpago de oro. Disuelta en el ambiente había una languidez que lentamente iba invadiendo mi cuerpo.
   Allí, en el absoluto silencio estival, subrayado por el rumor del agua, los ojos abiertos a una clara penumbra que realzaba la vida misteriosa de las cosas, he visto cómo las horas quedaban inmóviles, suspensas en el aire, tal la nube que oculta un dios, puras y aéreas, sin pasar.

Luis Cernuda


Ocnos (1942)



Jaime Gil de Biedma

 

«Nací en Barcelona en 1929 y aquí he residido casi siempre. Pasé los tres años de la guerra civil en Nava de la Asunción, un pueblo de la provincia de Segovia en donde mi familia posee una casa a la que siempre acabo por volver. La alternancia entre Cataluña y Castilla, es decir: entre la ciudad y el campo —o, para ser más exacto, entre la vida burguesa y la vie de chateau—, ha sido un factor importante en la formación de mi mitología personal. Estudié Derecho en Barcelona y Salamanca; me licencié en 1951. Desde 1955 trabajo en una empresa comercial. Mi empleo me ha llevado a vivir largas emporadas en Manila, ciudad que adoro y que me resulta bastante menos exótica que Sevilla, porque la entiendo mejor. Me quedé calvo en 1962; la pérdida me fastidia pero no me obsesiona —dicen que tengo una línea de cabeza muy buena. Gano bastante dinero. No ahorro. He sido de izquierdas y es muy probable que siga siéndolo, pero hace ya algún tiempo que no ejerzo.»

Bien. Supongamos ahora que han pasado doce años desde que escribí lo anterior. Y aun vayamos más lejos, supongamos lo más terrible: que nuestra suposición —tuya y mía, lector, acuérdate— sea la verdad absoluta. ¿Qué diré entonces que ha sido de mí durante este espacio interlinear? Lo primero y lo instintivo, es decir que nada. Luego, tras algún pensar, ciertos hechos se imponen. Por ejemplo, que Manila ya me aburre y en cambio me fascinó Sevilla, por primera vez descubierta en noviembre de 1976, después de haber estado en ella cuantísimas veces. También, que en 1974 publiqué un diario mío de 1956 —los años terminados en seis siempre han sido importantes en mi vida—, titulándolo Diario del artista seriamente enfermo (Editorial Lumen, Barcelona); y que en 1980 reuní mis ensayos de crítica literaria y algunas otras cosas en un volumen: El pie de la letra (Editorial Crítica, Barcelona). Que ahora y aquí publico la segunda edición, imperceptiblemente aumentada, de mis poesías completas. Y que a lo largo de estos años he aprendido, bien o mal —bien y mal—, a ser un encajador. Un aprendizaje modesto pero absorbente, que apenas permite escribir poemas.

Quizá hubiera que decir algo más sobre eso, sobre el no escribir. Mucha gente me lo pregunta, yo me lo pregunto. Y preguntarme por qué no escribo inevitablemente desemboca en otra inquisición mucho más azorante: ¿por qué escribí? Al fin y al cabo, lo normal es leer. Mis respuestas favoritas son dos. Una, que mi poesía consistió—sin yo saberlo—en una tentativa de inventarme una identidad; inventada ya, y asumida, no me ocurre más aquello de apostarme entero en cada poema que me ponía a escribir, que era lo que me apasionaba. otra, que todo fue una equivocación: yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema. Y en parte, en mala parte, lo he conseguido; como cualquier poema medianamente bien hecho, ahora carezco de libertad interior, soy todo necesidad y sumisión interna a ese atormentado tirano, a ese Big Brother insomne, omnisciente y ubicuo —Yo. Mitad Calibán, mitad Narciso, le temo sobre todo cuando le escucho interrogarme junto a un balcón abierto: "¿Qué hace un muchacho de 1950 como tú en un año indiferente como éste?" All the rest is silence


Jaime Gil de Biedma, en Las personas del verbo. Primera edición en Seix Barral, enero de 1982

Fotografía de Colita


Un autorretrato de Yul Bryner (1956)

 




Ingrid Bergman, por Richard Avedon

 


Richard Avedon - Ingrid Bergman, 1961




Claudio Rodríguez - Blas de Otero en el taller de Ramón Abrantes, en Zamora

 

Taller de Venancio Blanco: Claudio, Ramón Abrantes,
Antonio Pedrero y Alberto de la Torre Cavero.


Blas de Otero en el taller de Ramón Abrantes, en Zamora

Por ver cómo corre el Duero
y cómo la escayola y el cemento,
cómo el pan, la herramienta
cantando y acusando entre las manos
de Ramón y de Julio, y de Marcelo,
de Tomás y de Antonio,
sobre todo de Eugenio,
estabas.
Sí, entre el barro
y el alma,
cuando la luz se hacía melodía
y manantial, y el cielo
«muy luminosamente rojo», como dices,
entonces, a dos pasos,
se abría el puente y abrazaba el agua,
tan íntima y fecunda,
y la tejía entre sus ojos limpios,
y la amasaba libre,
con el molde sudado y respirado,
junto con los amigos.
Ahí, en el taller tuyo estás tallando
(copio tu estilo)
no tan sólo palabras verdaderas
sino también la salvación, la busca
y la protesta. Pasa
el agua, ahí, a dos pasos,
del Duero.
Y el taller, y el latido
del ritmo de la obra y de la mano,
están ahí, contigo,
junto a los muslos de las lavanderas
sin que el río se muera en nuestros brazos
porque el agua del Duero es ya cal viva.

Claudio Rodríguez


(Fuente)






Leila Guerriero (y Clarice Lispector)

 

LA CONTABILIDAD

Corro alrededor del cementerio de mi barrio. Alguien me pregunta; "¿En cuánto tiempo le das la vuelta?". Digo: “Creo que en media hora”. Me pregunta: "¿Cuántos kilómetros son?". Digo: "No sé". "¿No te interesa saber?". Digo: "No". Porque no corro para medir o medirme. No corro para contabilizar o contabilizarme. No corro para saber cuánto corro y especular acerca de cuánto más podría correr. No corro para llegar más lejos ni para hacerlo más rápido. Corro, de hecho, para dejarme llevar, para perderme. Corro porque cuando empiezo a correr no sé qué va a pasar, hacia dónde van a ir mis pensamientos ni, en ocasiones, mis piernas: a veces salgo pensando en hacer un circuito determinado y, 15 minutos después, sin darme cuenta, tomo otro rumbo, distraída. Lo que se puede medir no es interesante. Lo que tiene una duración impuesta no es interesante. Lo que es previsible no es interesante. Lo que no es inesperado no es interesante. Lo que se conoce por completo no es interesante. Lo que se hace por estrategia de acumulación no es interesante. Lo que permanece inmóvil no es interesante. Lo que no es inestable —un poema, una vocación— no es interesante. A veces la gente se pregunta por qué dos personas siguen juntas después de muchos años. Yo creo que para averiguar qué pasa después. Hay un texto de Clarice Lispector: "Él buscaba y no veía, ella no veía que él no había visto que ella estaba allí. Sin embargo todo fue un error, y había la gran polvareda de las calles, y cuanto más se equivocaban, más querían con aspereza, sin una sonrisa. Todo sólo porque habían prestado atención, sólo porque no estaban lo bastante distraídos. Sólo porque, de repente, exigentes y duros, quisieron tener lo que ya tenían. Todo porque habían querido darle un nombre; porque quisieron ser. Y ellos ya eran". Grandes catástrofes provienen de querer tener lo que ya se tenía: los pies ligeros para correr sin pensar hasta dónde; la dulzura para querer a alguien quién sabe cuánto, quién sabe cómo ni durante cuánto tiempo.

Leila Guerriero

(El País, 9 de noviembre de 2024)


* * * * * 


POR NÃO ESTAREM DISTRAÍDOS

Havia a levíssima embriaguez de andarem juntos, a alegria como quando se sente a garganta um pouco seca e se vê que por admiração se estava de boca entreaberta: eles respiravam de antemão o ar que estava à frente, e ter esta sede era a própria água deles.
   Andavam por ruas e ruas falando e rindo, falavam e riam para dar matéria peso à levíssima embriaguez que era a alegria da sede deles. Por causa de carros e pessoas, às vezes eles se tocavam, e ao toque - a sede é a graça, mas as águas são uma beleza de escuras - e ao toque brilhava o brilho da água deles, a boca ficando um pouco mais seca de admiração.
   Como eles admiravam estarem juntos! Até que tudo se transformou em não. Tudo se transformou em não quando eles quiseram essa mesma alegria deles. Então a grande dança dos erros. O cerimonial das palavras desacertadas. Ele procurava e não via, ela não via que ele não vira, ela que, estava ali, no entanto.
   No entanto ele que estava ali. Tudo errou, e havia a grande poeira das ruas, e quanto mais erravam, mais com aspereza queriam, sem um sorriso. Tudo só porque tinham prestado atenção, só porque não estavam bastante distraídos. Só porque, de súbito exigentes e duros, quiseram ter o que já tinham. Tudo porque quiseram dar um nome; porque quiseram ser, eles que eram.
   Foram então aprender que, não se estando distraído, o telefone não toca, e é preciso sair de casa para que a carta chegue, e quando o telefone finalmente toca, o deserto da espera já cortou os fios.
   Tudo, tudo por não estarem mais distraídos.


Clarice Lispector



Bertolt Brecht - «Cuando en la blanca habitación del hospital...»

 

Cuando en la blanca habitación del hospital de La Charité
desperté hacia el amanecer
y oí el mirlo, lo tuve
aún más claro.
Ya hace mucho tiempo
que no temía a la muerte, pues nada
puede faltarme si yo
mismo falto. Ahora
también he logrado alegrarme con todos
los mirlos que cantarán cuando yo no esté.

Bertolt Brecht


Poemas del lugar y la circunstancia, Pre-Textos, Valencia 2003. Selección, traducción, prólogo y notas de José Muñoz Millanes).


Als ich in weißem Krankenzimmer der Charité
Aufwachte gegen Morgen zu
Und eine Amsel hörte, wußte ich
Es besser. Schon seit geraumer Zeit
Hatte ich keine Todesfurcht mehr. Da ja nichts
Mir je fehlen kann, vorausgesetzt
Ich selber fehle. Jetzt
Gelang es mir, mich zu freuen
Alles Amselgesanges nach mir auch.



1956



Shakespeare - Soneto LXXXI

 

LXXXI

O viva tanto yo que tu epitafio escriba,
o sobrevivas tú cuando me pudra en lodo,
Muerte no arrancará de aquí tu sombra viva,
ni aun cuando ya de mi se haya olvidado todo.

Vida inmortal en esto ha de tener tu nombre,
aunque yo, una vez ido, del todo sucumba:
la tierra me dará en común terreno tumba,
cuando tú yazgas en los ojos de todo hombre.

Mi dulce verso a ser tu monumento aspira,
que ojos aún no nacidos han de releer;
y vendrán nuevas lenguas para ser tu ser,
cuando esté muerto todo lo que hoy respira.

Vivirás donde (a tanto mi pluma es potente)
más el aliento alienta: en bocas de la gente.

William Shakespeare


The Sonnets / Sonetos de amor. Texto crítico y traducción en verso de Agustín García Calvo. Anagrama, Segunda edición, 1983 [Primera ed. 1974]


Sonnet LXXXI

Or I shall live your epitaph to make,
you survive when I in earth am rotten,
From hence your memory death cannot take,
Although in me each part will be forgotten.
Your name from hence immortal life shall have,
Though I, once gone, to all the world must die:
The earth can yield me but a common grave,
When you entombed in men's eyes shall lie.
Your monument shall be my gentle verse,
Which eyes not yet created shall o'er-read;
And tongues to be your being shall rehearse,
When all the breathers of this world are dead;
    You still shall live, such virtue hath my pen,
    Where breath most breathes, even in the mouths of men.





Bertolt Brecht - «Louvor do aprender»

 

LOUVOR DO APRENDER

Aprende o mais simples! Pra aqueles
Cujo tempo chegou
Nunca é tarde demais!
Aprende o ABC, não chega, mas
Aprende-o! E não te enfades!
Começa! Tens de saber tudo!
Tens de tomar a chefia!

Aprende, homem do asilo!
Aprende, homem na prisão!
Aprende, mulher na cozinha!
Aprende, sexagenária!
Tens de tomar a chefia!

Frequenta a escola, homem sem casa!
Arranja saber, homem com frio!
Faminto, pega no livro: é uma arma.
Tens de tomar a chefia.

Não te acanhes de perguntar, companheiro!
Não deixes que te metam patranhas na cabeça:
Vê c'os teus próprios olhos!
O que tu mesmo não sabes
Não o sabes.
Verifica a conta:
És tu que a pagas.
Põe o dedo em cada parcela,
Pergunta: Como aparece isto aqui?
Tens de tomar a chefia.

Bertolt Brecht


Tradução de Paulo Quintela


LOB DES LERNENS

Lerne das Einfachste! Für die,
Deren Zeit gekommen ist,
Ist es nie zu spät!
Lerne das Abc, es genügt nicht, aber
Lerne es! Laß es dich nicht verdrießen!
Fang an! Du mußt alles wissen!
Du mußt die Führung übernehmen.

Lerne, Mann im Asyl!
Lerne, Mann im Gefängnis!
Lerne, Frau in der Küche!
Lerne, Sechzigjährige!
Du mußt die Führung übernehmen.
Suche die Schule auf, Obdachloser!
Verschaffe dir Wissen, Frierender!
Hungriger, greif nach dem Buch:
Es ist eine Waffe.
Du mußt die Führung übernehmen.

Scheue dich nicht, zu fragen, Genosse!
Laß dir nichts einreden,
Sieh selber nach!
Was du nicht selber weißt,
Weißt du nicht.
Prüfe die Rechnung,
Du mußt sie bezahlen.
Lege den Finger auf jeden Posten,
Frage: wie kommt er hierher?
Du mußt die Führung übernehmen.





Fernando de Herrera - «Osé y temí; más pudo la osadía…»

 

Osé y temí; más pudo la osadía
tanto, que desprecié el temor cobarde.
Subí a do el fuego más me enciende y arde
cuanto más la esperanza se desvía.

Gasté en error la edad florida mía;
ahora veo el daño, pero tarde,
que ya mal puede ser que el seso guarde
a quien se entrega ciego a su porfía.

Tal vez pruebo —mas, ¿qué me vale?— alzarme
del grave peso que mi cuello oprime;
aunque falta a la poca fuerza el hecho.

Sigo al fin mi furor, porque mudarme
no es honra ya, ni justo que se estime
tan mal de quien tan bien rindió su pecho.

Fernando de Herrera

(1534 - 1597)