REVELACIÓN
Yendo para la escuela
con las niñas del pueblo,
por coger unas moras
nos subimos a un cerco.
Entre la carretera
y el espinoso seto
la cuneta se ahondaba
toda blanda de berros.
Yo no sabía nada,
de saber era tiempo.
Una de ellas, de pronto,
Esperanza, me acuerdo,
púsose de cuclillas
a hacer aguas al viento.
Casi instantáneamente
yo me quité el sombrero
y lo eché cuesta abajo
camino de los berros.
Me lancé presuroso
tras él a recogerlo,
y al instante de alzarlo
miré hacia arriba, trémulo.
Vi una rosa bermeja,
tanto, que daba miedo,
dos pétalos de carne
abiertos, gordezuelos,
Y un grueso chorro de oro
rectilíneo, violento,
que levantaba espumas
al chocar contra el suelo.
Yo no sabía nada,
de saber era tiempo.
Baldomero Fernández Moreno
(Buenos Aires 1886-1950)
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