He salido esta mañana
y he visto un hermoso joven;
he visto un hermoso joven
que me ha acariciado la cara tan fuerte
que la ha hecho sangrar.
Mi madre me pregunta:
¿Quién te ha hecho sangrar la cara?
–He salido al jardín
y en el rosal me ha pinchado una espina.
–¡Que se seque la mata de la rosa
y no asome más su cara radiante!
–No maldiga, madrecita adorada:
ha sido un hermoso joven el que me ha besado.
Y me ha besado para quitarse la sed:
madre, no maldiga esta hora alegre.
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