En tus brazos comienzo un sueño justo,
y entre tus senos un sendero angosto
ofrece con dulzor de fino mosto
mullido lecho al que feliz me ajusto.
En tus brazos me rindo y aun me incrusto,
en tu cálido seno me arregosto
–ganancias mil sin ápice de costo–
y en tus brazos despierto sin disgusto.
A volcarme en tus brazos estoy presto
y por ellos reclamo, ruego, insisto,
y en ellos tengo un paraíso vasto.
Tus brazos son amor en que me acuesto,
y este amor, de esquivez ya desprovisto,
es el regalo impar de un pecho casto.
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