Hablemos del esqueleto, de mi esqueleto, que es el que mejor conozco, y aún así no lo conozco nada, pues el esqueleto es el gran desconocido. «El muerto que seré se asombra de estar vivo», escribió un poeta francés. «Qué vocación de muerto en mi esqueleto», entrevé un poeta español. Si los filósofos nos han hablado siempre del alma, los poetas han preferido hablar del cuerpo, y por eso han acertado más.
Francisco Umbral, Mortal y rosa (1975)
El original del poeta francés, Claude Roy:
LE POSEUR DE QUESTIONS
Très loin, dans le dedans de mon écorce chaude,
dans le noir embrouillé des veines et du sang,
le poseur de questions tourne en rond, tourne et rôde
il veut savoir pourquoi tous ces gens ces passants?
Le mort que je serai s’étonne d’être en vie,
du chat sur ses genoux qui ronronne pour rien,
du grand ciel sans raison, du gros vent malappris
qui bouscule l’ormeau et se calme pour rien.
Un cheval roux pourquoi? Pourquoi un sapin vert?
Et pourquoi ce monsieur qui fait une addition,
qui compte : un soleil, deux chiens, trois piverts,
qui compte sur ses doigts pleins de suppositions?
Il compte sur ses doigts, mais perd dans ses calculs
sa raison de compter, sa raison de rêver,
sa raison d’être là, tout pesant de scrupules,
et d’être homme vivant sans qu’on l’ait invité.
Claude Roy
(1915 - 1997)
Y el soneto del poeta español, Manuel Alcántara:
RADIOGRAFÍA
Detrás del bien urdido parapeto
de músculos, tejidos y alegría;
tras la provisional cristalería
de las venas, reside, hondo, el secreto.
¡Qué vocación de muerto en mi esqueleto!
En el cliché de la radiografía
he visto al que seré —quién sabe el día—
el día en el que Dios me ponga el veto.
Me vive en la extensión roja y espesa
un vertical difunto ensimismado,
un huésped mineral de la ternura.
No es que me importe, pero qué sorpresa
que me flote en la sangre un ahogado,
que esté de pie y que tenga mi estatura.
Manuel Alcántara
(1928 - 2019)
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