3.5. A pesar de las terribles condiciones de vida, los sefardíes mantuvieron su tradición cultural forjada durante siglos. El ejemplo más claro puede verse en la música: muchos deportados podían ganar una cucharada de sopa más si cantaban algo que le gustara a sus guardianes. Obviamente los deportados sefardíes acudieron a su magnífico repertorio de canciones, coplas y romances cuyo origen se sitúa en la España medieval.
De entre los cantes que los deportados cantaban en los campos hay que señalar uno que casi llegó a convertirse en un himno para los deportados sefardíes: se trata de la cantiga lírica ‘Arvoles yoran por luvyas’ cuya letra debió ser muy significativa para los deportados:
Arvoles yoran por luvyas
I muntanyas por ayres
Ansi yoran los mis ojos
Por ti, kerida amante
Torno i digo: ke va ser de mi?
En tierras ajenas yo me vo murir
Enfrente de mi ay un andjelo
Kon sus ojos me mira
Yorar kero i no puedo
Mi korason suspira
Torno i digo: ke va ser de mi?
En tierras ajenas yo me vo murir
(Traducción: los árboles lloran por la lluvia/y las montañas por los aires/ así lloran mis ojos por ti, querida amada/ vuelvo y me digo: ¿qué va a ser de mí?/ en tierras ajenas me voy a morir/ enfrente de mi ay un ángel/ con sus ojos me mira/quiero llorar y no puedo/mi corazón suspira/vuelvo y me digo: ¿qué va a ser de mi?/ en tierras ajenas me voy a morir).
(Fuente: Universidad de Murcia)
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