Fotografía de Herr_Mueller - The Good Life #1

«Si quieres que te lave, Manué, el pañuelo...»

 

Si quieres que te lave,
Manué, el pañuelo,
Llévamelo a mi casa.
Manuel,
ven por él luego.
¡La rama del laurel!
Ven por él luego, mi bien.
Ya tienes el pañuelo,
Manuel, lavado:
con sangre de mis venas,
Manuel,
lo he enjabonado.
¡La rama del laurel!
lo he enjabonado, mi bien
Si quieres que te planche,
Manué, el pañuelo,
llévamelo a mi casa.
Manuel,
ven por él luego.
¡La rama del laurel!
Ven por él luego, mi bien.
Ya tienes el pañuelo,
Manuel, planchado:
con sangre de mis venas,
Manuel,
lo he rociado.
¡La rama del laurel!
Lo he rociado, mi bien.
Si quieres que te borde,
Manué, el pañuelo,
llévamelo a mi casa.
Manuel,
ven por él luego.
¡La rama del laurel!
Ven por él luego, mi bien.
Ya tienes el pañuelo,
Manuel, bordado:
con sangre de mis venas,
Manuel,
lo he dibujado.
¡La rama del laurel!
Lo he dibujado, mi bien.



De la canción de amor medieval a las soleares, de Manuel Alvar, ‎Pedro M. Piñeiro Ramírez, ‎Antonio José Pérez Castellano, 2004 



Stella Bloch, por A.K. Coomaraswamy y Arnold Genthe

 

 

Stella Bloch fotografiada por A.K. Coomaraswamy, ca. 1920

 

Fotografía de Arnold Genthe


«Stella Bloch or Stella Coomaraswamy (18 December 1897 – 20 January 1999) was an American artist, dancer and journalist. She headlined as a dancer in Rochester, New York. She also worked as an artist and her work is in several collections.»




Antonio Machado - Coplas mundanas

 

COPLAS MUNDANAS

Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.

Sin placer y sin fortuna,
pasó como una quimera
mi juventud, la primera...
la sola, no hay más que una:
la de dentro es la de fuera.

Pasó como un torbellino,
bohemia y aborrascada,
harta de coplas y vino,
mi juventud bien amada.

Y hoy miro a las galerías
del recuerdo, para hacer
aleluyas de elegías
desconsoladas de ayer.

¡Adiós, lágrimas cantoras,
lágrimas que alegremente
brotabais, como en la fuente
las limpias aguas sonoras!

¡Buenas lágrimas vertidas
por un amor juvenil,
cual frescas lluvias caídas
sobre los campos de abril!

No canta ya el ruiseñor
de cierta noche serena;
sanamos del mal de amor
que sabe llorar sin pena.

Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.

Antonio Machado



Soledades. Galerías. Otros poemas (1907)




Almada Negreiros (Ilustração - Lisboa, 16 de Fevereiro de 1929)

 



Portada de la revista portuguesa Ilustração, obra de Almada Negreiros.


(Hemeroteca Digital - Portugal, Flickr)


Una fotografía de peace-on-earth.org

 


peace-on-earth.org - Carnival, Bissau, 2017. (Flickr)




Dos fotografías de Carlos A. de S.

 


Carlos A. de S. «Se o carnaval fosse uma fruta esta seria a sua polpa: a pura exuberância da felicidade em um gesto mágico. 

Uma dançarina e sua performance no último dia de Carnaval (2006)»


Colombina, 2006



Goethe y un vestido rojo

 

¿Un vestido rojo sigue siendo rojo cuando nadie lo mira?

Goethe


Leído en Los colores de nuestros recuerdos, de Michel Pastoureau, Editorial Periférica, 2017 (ed.francesa original: 2010)



Roberto Venegoni - Red dress, 2013



Juan José Arreola - Baltasar Gérard

 

BALTASAR GÉRARD

[1555-1582]

    Ir a matar al príncipe de Orange. Ir a matarlo y cobrar luego los veinticinco mil escudos que ofreció Felipe II por su cabeza. Ir a pie, solo, sin recursos, sin pistola, sin cuchillo, creando el género de los asesinos que piden a su víctima el dinero que hace falta para comprar el arma del crimen, tal fue la hazaña de Baltasar Gérard, un joven carpintero de Dóle.
    A través de una penosa persecución por los Países Bajos, muerto de hambre y de fatiga, padeciendo incontables demoras entre los ejércitos españoles y flamencos, logró abrirse paso hasta su víctima. En dudas, rodeos y retrocesos invirtió tres años y tuvo que soportar la vejación de que Gaspar Añastro le tomara la delantera.
    El portugués Gaspar Añastro, comerciante en paños, no carecía de imaginación, sobre todo ante un señuelo de veinticinco mil escudos. Hombre precavido, eligió cuidadosamente el procedimiento y la fecha del crimen. Pero a última hora decidió poner un intermediario entre su cerebro y el arma: Juan Jáuregui la empuñaría por él.
    Juan Jáuregui, jovenzuelo de veinte años, era tímido de por sí. Pero Añastro logró templar su alma hasta el heroísmo, mediante un sistema de sutiles coacciones cuya secreta clave se nos escapa. Tal vez lo abrumó con lecturas heroicas; tal vez lo proveyó de talismanes; tal vez lo llevó metódicamente hacia un consciente suicidio.
    Lo único que sabemos con certeza es que el día señalado por su patrón (18 de marzo de 1582), y durante los festivales celebrados en Amberes para honrar al duque de Anjou en su cumpleaños, Jáuregui salió al paso de la comitiva y disparó sobre Guillermo de Orange a quemarropa. Pero el muy imbécil había cargado el cañón de la pistola hasta la punta. El arma estalló en su mano como una granada. Una esquirla de metal traspasó la mejilla del príncipe. Jáuregui cayó al suelo, entre el séquito, acribillado por violentas espadas.
    Durante diecisiete días Gaspar Añastro esperó inútilmente la muerte del príncipe. Hábiles cirujanos lograron contener la hemorragia, taponando con sus dedos, día y noche, la arteria destrozada. Guillermo se salvó finalmente, y el portugués, que tenía en el bolsillo el testamento de Jáuregui a favor suyo, se llevó la más amarga desilusión de su vida. Maldijo la imprudencia de confiar en un joven inexperto.
    Poco tiempo después la fortuna sonrió para Baltasar Gérard, que recibía de lejos las trágicas noticias. La supervivencia del príncipe, cuya vida parecía estarle reservada, le dio nuevas fuerzas para continuar sus planes, hasta entonces vagos y llenos de incertidumbre.
    En mayo logró llegar hasta el príncipe, en calidad de emisario del ejército. Pero no llevaba consigo ni siquiera un alfiler. Difícilmente pudo calmar su desesperación mientras duraba la entrevista. En vano ensayó mentalmente sus manos enflaquecidas sobre el grueso cuello del flamenco. Sin embargo, logró obtener una nueva comisión. Guillermo lo designó para volver al frente, a una ciudad situada en la frontera francesa. Pero Baltasar ya no pudo resignarse a un nuevo alejamiento.
    Descorazonado y caviloso, vagó durante dos meses en los alrededores del palacio de Delft. Vivió con la mayor miseria, casi de limosna, tratando de congraciarse lacayos y cocineros. Pero su aspecto extranjero y miserable a todos inspiraba desconfianza.
    Un día lo vio el príncipe desde una de las ventanas del palacio y mandó un criado a reconvenirlo por su negligencia. Baltasar respondió que carecía de ropas para el viaje, y que sus zapatos estaban materialmente destrozados. Conmovido, Guillermo le envió doce coronas.
    Radiante, Baltasar fue corriendo en busca de un par de magníficas pistolas, bajo el pretexto de que los caminos eran inseguros para un mensajero como él. Las cargó cuidadosamente y volvió al palacio. Diciendo que iba en busca de pasaporte, llegó hasta el príncipe y expresó su petición con voz hueca y conturbada. Se le dijo que esperara un poco en el patio. Invirtió el tiempo disponible planeando su fuga, mediante un rápido examen del edificio.
    Poco después, cuando Guillermo de Orange en lo alto de la escalera despedía a un personaje arrodillado, Baltasar salió bruscamente de su escondite, y disparó con puntería excelente. El príncipe alcanzó a murmurar unas palabras y rodó por la alfombra, agonizante.
    En medio de la confusión, Baltasar huyó a las caballerizas y los corrales del palacio, pero no pudo saltar, extenuado, la tapia de un huerto. Allí fue apresado por dos cocineros. Conducido a la portería, mantuvo un grave y digno continente. No se le hallaron encima más que unas estampas piadosas y un par de vejigas desinfladas con las que pretendía — mal nadador— cruzar los ríos y canales que le salieran al paso.
    Naturalmente, nadie pensó en la dilación de un proceso. La multitud pedía ansiosa la muerte del regicida. Pero hubo que esperar tres días, en atención a los funerales del príncipe.
    Baltasar Gérard fue ahorcado en la plaza pública de Delft, ante una multitud encrespada que él miró con desprecio desde el arrecife del cadalso. Sonrió ante la torpeza de un carpintero que hizo volar un martillo por los aires. Una mujer conmovida por el espectáculo estuvo a punto de ser linchada por la animosa muchedumbre.
    Baltasar rezó sus oraciones con voz clara y distinta, convencido de su papel de héroe. Subió sin ayuda la escalerilla fatal.
    Felipe II pagó puntualmente los veinticinco mil escudos de recompensa a la familia del asesino.

Juan José Arreola


Confabulario antológico (Círculo de Lectores, 1972)



Pablo Silenciario - Un otoño soberbio

 

[Un otoño soberbio]

Preferibles resultan, Filmina, tus arrugas
a los jugos de toda juventud, y deseo tener entre mis manos
antes la fruta tuya que reposa en racimos
que el seno puntiagudo de la edad primeriza.
Tu otoño es todavía más soberbio que cualquier primavera,
tu invierno más ardiente que un verano cualquiera.

Pablo Silenciario



Los dados de Eros  Antología de poesía erótica griega. Introducción, traducción y notas de Aurora Luque. Edición bilingüe. poesía Hiperión, 2ª ed., febrero 2001


Paulo el Silenciario (Paulus Silentiarius, en latín; Παῦλος ὁ Σιλεντιάριος, en griego; c. 500 - Constantinopla, c. 575) fue un poeta bizantino del siglo VI, contemporáneo a Justiniano.



Dos fotografías de La espiral de Joseph K

 

2011


2015


Dos fotografías de La espiral de Joseph K (Flickr)




Marcin Baran - Hipotéticas sucesiones

 

HIPOTÉTICAS SUCESIONES

El cielo es blanco, casi no hay tierra
y dentro de poco ya no habrá nada.

Se estropea la piel, tiembla el cuerpo y en un momento
la sangre unirá las almas con la ropa.

Con esta mujer, altiva y seductora,
mezclaré risa, respiración y pelo.

(No todo lo que es posible debería suceder.
Es tanto porque no ha ocurrido nada).

Algo tendrá que pasar.

Marcin Baran
(1963)



Poesía a contragolpe Antología de poesía polaca contemporánea (autores nacidos entre 1960 y 1980). Seleción y traducción de Abel Murcia, Gerardo Beltrán y Xavier Farré. Prensas Universitarias de Zaragoza, 2012.




Una fotografía de Sam Chisholm

 


Desde Australia, esta fotografía de 2012 de Sam Chisholm. (Flickr)



Nicanor Parra - Mujeres

 

MUJERES

La mujer imposible,
La mujer de dos metros de estatura,
La señora de mármol de Carrara
Que no fuma ni bebe,
La mujer que no quiere desnudarse
Por temor a quedar embarazada,
La vestal intocable
Que no quiere ser madre de familia,
La mujer que respira por la boca,
La mujer que camina
Virgen hacia la cámara nupcial
Pero que reacciona como hombre,
La que se desnudó por simpatía
Porque le encanta la música clásica
La pelirroja que se fue de bruces,
La que sólo se entrega por amor
La doncella que mira con un ojo,
La que sólo se deja poseer
En el diván, al borde del abismo,
La que odia los órganos sexuales,
La que se une sólo con su perro,
La mujer que se hace la dormida
(El marido la alumbra con un fósforo)
La mujer que se entrega porque sí
Porque la soledad, porque el olvido...
La que llegó doncella a la vejez,
La profesora miope,
La secretaria de gafas oscuras,
La señorita pálida de lentes
(Ella no quiere nada con el falo)
Todas estas walkirias
Todas estas matronas respetables
Con sus labios mayores y menores
Terminarán sacándome de quicio.

Nicanor Parra


Versos de salón (1962)



Góngora - Burlándose de un caballero prevenido para unas fiestas

 

BURLÁNDOSE DE UN CABALLERO
PREVENIDO PARA UNAS FIESTAS


Sea bien matizada la librea,
las plumas de un color, negro el bonete,
la manga blanca, no muy de roquete,
y atada al brazo prenda de Niquea;

cifra que hable, mote que se lea,
bien guarnecida espada de jinete,
borceguí nuevo, plata y tafilete,
jaez propio, bozal no de Guinea;

caballo valenzuela bien tratado,
lanza que junte el cuento con el hierro,
y sin veleta al Amadís, que espera

entrar cuidosamente descuidado,
firme en la silla, atento en la carrera...
y quiera Dios que se atraviese un perro.

Luis de Góngora




Rafael Sánchez Mazas + Chicho Sánchez Ferlosio - Llegarás por los calveros

 

LLEGARÁS POR LOS CALVEROS
(Rafael Sánchez Mazas)

Llegarás por los calveros
que se ven por la ventana,
señora blanca y lejana
de todos los caballeros.

Llegarás por los calveros
para llevarme a deshora,
blanca y última señora
de todos los caballeros.

Llegarás por los calveros,
calveros de mi encinal,
muerte, señora inmortal
de todos los caballeros.

Chicho Sánchez Ferlosio


(Aquí, la canción)


Una fotografía de Pablo Mavricich

 



Desde Argentina, un retrato que Pablo Mavricich hizo a comienzos de los años 90. (Flickr)



Czesław Miłosz - Regalo

 

REGALO 

Qué día tan feliz. 
Se disipó la niebla temprano, yo trabajaba en el jardín.
Los colibríes se detenían sobre las madreselvas. 
No había nada en la tierra que deseara tener.  
No conocía a nadie que valiera la pena envidiar. 
Olvidé todo el mal acontecido. 
No me avergonzaba pensar que era el que ahora  soy.
En el cuerpo no sentía ningún dolor. 
Al incorporarme, vi el mar azul y unas velas. 

                                                              Berkeley, 1971  


Czesław Miłosz




De su libro Desde donde el sol sale hasta donde se pone [1974], in  Tierra inalcanzable Antología poética. Traducción, selección y prólogo de Xavier Farré. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2011.



Dominique Sanda en «El conformista»

 


Dominique Sanda en El conformista (Il conformista, 1970), de Bernardo Bertolucci, película basada en la novela del mismo título de Alberto Moravia (1951)





Un aforismo de Vittorio Gassman

 

El instinto de la fuga existirá siempre: aunque Pascal aconsejaba pasar la vida en una habitación.

Vittorio Gassman

 L’istinto della fuga esisterà sempre: anche se Pascal consigliava di passare la vita in una stanza.


Si bien parece que Gassman no recordaba con exactitud la penseé de Pascal, que no daba ningún consejo…

Tout le malheur des hommes vient d'une seule chose, qui est de ne savoir pas demeurer en repos dans une chambre.


Otros dos aforismos de Gassman aquí



Una fotografía de Misha Maslennikov

 


Misha Maslennikov - Behind Shoulders, 2008, Interposëlok, Karelia Republic, Russia 

Series: Vazheozero. From a cycle: Once in the north


Una fotografía de Mariana Yampolsky

 



Mariana YampolskyElva, Huejotziongo, Puebla, 1962



Marianne Yampolsky Urbach (Chicago, 6 de septiembre de 1925 – Ciudad de México, 3 de mayo de 2002) fue una fotógrafa naturalizada mexicana en 1958 que más tarde fue conocida como únicamente Mariana Yampolsky. Su obra fotográfica ha sido reconocida como patrimonio documental de México por la UNESCO. 







Dos aforismos de Stanisław Jerzy Lec

 

Son conmovedores los recuerdos de los recuerdos.


No hallaras en ningún reloj agujas capaces de pautar tu vida.


Stanisław Jerzy Lec



Pensamientos despeinados. Traducción de Elzbieta Bortkiewicz y Abraham Gragera. Pre-Textos, 2014.