Fotografía de Herr_Mueller - The Good Life #1

José Bergamín - Pareceres

 

«Quién oyó las pisadas de los días?», preguntaba Quevedo para decirnos que el andar del tiempo no se oye; el andar, el correr del tiempo, de los tiempos. Y menos, el volar. Porque parecería que el tiempo, cuyo paso no oímos, cuyos pasos no podemos oír, unas veces anda  xx a paso de andadura, a paso lento xxx, otras  veces corre, otras vuela. Y si no lo oímos, ni cuando va despacio, ni cuando va de prisa, ¿lo vemos pasar? «Corre el tiempo, vuela y va ligero», escribía Cervantes; que este tiempo que corre, que vuela, ligerísimo, que se nos va y no vuelve, es el mismo tiempo o son los mismos tiempos que mudan las cosas y que perfeccionan las artes: «Los tiempos mudan las cosas y perfeccionan las artes». Será entonces que vemos pasar el tiempo, los tiempos, por esta mudanza de las cosas y perfeccionamiento de las artes, que lo veremos de este modo, pasar con lentitud o con ligereza, con rapidez; con «pies de pluma» o con «pies de plomo», que habría dicho Tirso de Molina. No oiremos sus pisadas y acaso tampoco veremos sus pies, pero sí veremos sus huellas. A estas huellas del tiempo pasajero, que por el mudarse, cambiarse de las cosas, se nos muestra, añadiremos, según Cervantes, el ver, el mirar, cómo las artes (¿y qué artes?, ¿las que llamó Lope artes mágicas del vuelo) se perfeccionan. ¿Pues era esta perfección de las artes, y concretamente del arte de pintar, del arte de la pintura, en relación con la mudanza de los tiempos , por lo que dijo Goya que «el tiempo también pinta»?

José Bergamín


Comienzo del artículo «Pareceres», del libro Antes de ayer y pasado mañana, Seix Barral, 1974 (Primera edición con el título Al volver, Seix Barral, 1962)


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